No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre.
La Sultana Aixa a su hijo Boabdil, ante la pérdida de Granada.
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Para tu cansancio
quisiera ser un bálsamo,
alegría pertinaz
para tus penas,
ser la medida exacta
de tu talle,
la banqueta segura
de tu calle.
La medicina para tus dolores,
y que al verme
olvides tus sinsabores;
ser el calor
que te prodigue abrigo
ser en todo momento
más que un fiel amigo.
Que tu cuerpo entero
sea el destino de mis labios,
que a mi lado
olvides tus agravios...
quiero ser en tu vida
el hoy, el mañana y el antes
ser en todo, y por todo, y para siempre
para siempre mi amor, los dos amantes.
Publicado en Poemas del alma, el 01/04/2011
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