Cuando la voz de un enemigo acusa, el silencio de un amigo condena. Anaxágoras
Como un sueño pasaste por mi vida,
fue un momento fugaz, como un suspiro,
pues de pronto volteo y no te miro,
increíble cómo la gente olvida.
Si te ofendí, merezco explicaciones
¿en qué fallé, cuál es mi cruel pecado?
¿es algo de mi singular pasado?
yo no creo merecer estas acciones.
Pudiste cuando menos despedirte,
pero es tanto tu odio que no lo hiciste,
¿quedarte? ¡No!, eso no iba a pedirte.
Tú no imaginas pero estoy muy triste,
¡inmensamente triste!, no por irte...
por aquello que tú nunca escribiste.
Publicado en Poemas del alma
Desde que tú te has ido - El Consorcio
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