Batalla
de Puebla.
Esta épica gesta heróica anteriormente era
conmemorada con un desfile cívico- militar, hasta que Francia protestó por la
humillación que para ellos significaba esta celebración cada día 5 de Mayo.
Busqué el año en que se suspendió dicha celebración pero no encontré nada en
Internet.
La batalla de Puebla fue un combate librado
el 5 de mayo de 1862 en las cercanías de la ciudad de Puebla, entre los ejércitos de la República Mexicana, bajo el mando de Ignacio Zaragoza, y del Segundo Imperio francés, dirigido por Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez,
durante la Segunda Intervención Francesa en México,
cuyo resultado fue una victoria importante para los mexicanos ya que con unas
fuerzas consideradas como inferiores lograron vencer a uno de los ejércitos más
experimentados y respetados de su época. Pese a su éxito, la batalla no impidió
la invasión del país, aunque sí que sería la primera batalla de una guerra que
finalmente México ganaría. Los franceses regresarían al siguiente año, con lo que
se libró una segunda
batalla en Puebla en la que se enfrentaron 35 000
franceses contra 29 000 mexicanos (defensa que duró 62 días) y lograrían
avanzar hasta la Ciudad de México, lo que permitió establecer el Segundo Imperio Mexicano. Finalmente,
ante la incapacidad de consolidar un imperio, y después de perder 11 000
hombres debido a la actividad guerrillera que nunca dejó de subsistir.
Después de que el
Presidente Benito Juárez anunciara que no pagaría la duda
externa, en octubre de 1861, Francia, Inglaterra y España suscribieron la
Convención de Londres, en la cual se comprometieron a enviar contingentes
militares a México para reclamar sus derechos como acreedores por una deuda que
ascendía a alrededor de 80 millones de pesos, de los que aproximadamente 69
millones corresponderían a Inglaterra, 9 millones a España y 2 millones a
Francia.
El contingente europeo
estaba conformado como sigue:
·
España: 6000 hombres
al mando del General Juan Prim.
Poco después de
reunirse, los representantes de los tres países enviaron un ultimátum al
gobierno mexicano en el que pedían el pago de sus deudas; de lo contrario,
invadiría el país. Juárez, quien gobernaba a un país que apenas empezaba a
levantarse de la postración económica, respondió con un exhorto a lograr un
arreglo amistoso, y los invitó a una conferencia. Acompañó ese mensaje con la
derogación del decreto que suspendió los pagos. Al mismo tiempo, en vista de la
posibilidad real de una invasión militar que buscara llegar hasta la Ciudad de México, ordenó el traslado
de pertrechos y la fortificación de Puebla,
así como crear una unidad, a la que se designó como Ejército de Oriente, que fue puesta
bajo el mando del general [José López Uraga. En vista del desempeño deficiente
de este mando, fue destituido y en su lugar se designó a Zaragoza, quien dejó el Ministerio de
Guerra y se dirigió a Puebla para organizar la oposición al avance francés con
cerca de 10 000 hombres; cantidad mínima si se toma en cuenta el vasto
territorio que debía cubrirse.
Reproducción de los Tratados preliminares de la
Soledad. Al calce se observan las firmas de Manuel Doblado, Juan Prim, Dubois
de Saligny y Charles (Carlos) Wyke
Los representantes
aceptaron el llamado y en febrero de 1862 se reunieron con los ministros
juaristas del Exterior, Manuel
Doblado, y de Guerra, Ignacio Zaragoza, en la hacienda de
La Soledad, cerca de Veracruz. Gracias a la
habilidad como negociador de Doblado se firmaron los Tratados preliminares de La Soledad,
en los que se obtuvo el reconocimiento como interlocutor para el gobierno de
Juárez y se garantizó el respeto a la integridad e independencia del país.
Además, se convino que las negociaciones sobre la deuda se realizaran el
Orizaba, donde se establecerían las fuerzas aliadas, además de Córdoba y Tehuacán, para evitar el
rigor del clima tropical del puerto; si no se llegaba a un acuerdo, se
retirarían a la costa para así comenzar las hostilidades.
El 5 de marzo, cuando
aún se realizaban las negociaciones en Orizaba, llegó a Veracruz un contingente
militar francés bajo el mando de Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez,
quien relevó en el mando a Jurien de la Gravière y se dirigió a Tehuacán.
También llegó el general conservador Juan Nepomuceno Almonte, quien de
inmediato se proclamó "jefe supremo de la nación" y empezó a reunir a
las tropas conservadoras, remanentes de la Guerra
de Reforma, para apoyar a los franceses.
En abril de 1862 la
alianza tripartita se rompió debido a que España e Inglaterra se dieron cuenta
de que Francia tenía un interés soterrado, de tipo geopolítico, bajo el reclamo
económico: derrocar al gobierno republicano de México para establecer una
monarquía favorable a su política colonial, con miras a contrarrestar el
creciente poderío de Estados Unidos.[cita requerida] De las
instrucciones de Napoleón III dadas al jefe militar de la expedición, se sabe
que el objetivo imperialista francés consistía en ampliar sus dominios
estableciendo un protectorado, cuya administración serviría para ampliar los
mercados, sostener las colonias en las Antillas y del sur de América y, de ese
modo, garantizar el abasto de las materias primas en Francia.[4] Los representantes
español (Prim) e inglés (Charles Wyke) negociaron con el
gobierno juarista por separado y en última instancia aceptaron las propuestas
de moratoria del gobierno mexicano, y reembarcaron a sus tropas. La posición de
Francia, en contraste, presentada por el diplomático Dubois de Saligny, fue la de exigir el
pago inmediato de la deuda, que incluía un cobro exagerado por parte de la Casa
Jecker por los destrozos causados durante la Guerra de Reforma, y tener control
total y absoluto de las aduanas, así como intervención directa en la política
económica del país.
A finales de abril,
Lorencez desconoció los Tratados de Soledad y se puso en
marcha, junto con sus efectivos, hacia Puebla, con el fin último de conquistar
la Ciudad de México. A los militares
franceses los rodeaba un aura de invencibilidad en combate dado que no habían
sido derrotados desde Waterloo, casi 50 años antes, con
sonadas victorias en las batallas de Solferino, Magenta y Sebastopol. Esta actitud quedó de
manifiesto en el siguiente mensaje, que Lorencez envió al conde Jacques Louis
César Alexandre Randon, ministro de Guerra francés, poco después de la batalla de Las Cumbres: "Somos
tan superiores a los mexicanos en organización, disciplina, raza, moral y
refinamiento de sensibilidades, que le ruego anunciarle a Su Majestad Imperial,
Napoleón III, que a partir de este momento y al mando de nuestros 6,000
valientes soldados, ya soy dueño de México”. La confianza del alto mando
francés no se debía sólo a un palmarés militar impecable, sino a la fragilidad
general de México y sus instituciones. Con una economía destruida por casi 50
años de guerras civiles, con un Estado débil y una población dividida por las
pugnas entre facciones, la conquista del país parecía una empresa factible con
un contingente reducido.
Al conocer sobre el
avance, el general Alejandro Constante Jiménez al mando de 2000 soldados se
unió al general Zaragoza, que partió de Puebla con 4000 soldados para salir al
encuentro de los franceses, quienes ya sostenían escaramuzas con guerrilleros.
El comandante mexicano había enfrentado diversos problemas para conformar su
ejército. Ante la falta de voluntarios y a que aún se mantenían hostilidades
con grupos conservadores remanentes de la Guerra de Reforma, se había recurrido
a la leva. Aunque se contaba con un cuerpo
de oficiales joven pero experimentado, la mayor parte de la tropa carecía de la
disciplina mínima, y estaba mal equipada y alimentada. En los días anteriores a
la batalla, Zaragoza solicitó una y otra vez al alto mando en la Ciudad de
México, el envío urgente de recursos económicos, ya que no podía costear ni
siquiera los alimentos para las tropas. Para colmo, la explosión de un polvorín
en la colecturía de los diezmos del poblado
de San Andrés Chalchicomula (hoy Ciudad Serdán), ocurrida el 6 de marzo, había
matado a 1,322 soldados de la Brigada de Oaxaca enviados por el general Ignacio Mejía para incorporarse al
Ejército de Oriente.
El 28 de abril, el
Ejército de Oriente se topó con la columna de Lorencez en un paso de montaña en las Cumbres de Acultzingo, en el límite
entre Veracruz y Puebla, lo que representó el primer encuentro bélico formal.
Zaragoza no pretendía cortarle el paso a los invasores, sino más bien foguear a
sus soldados, muchos de ellos faltos de experiencia, y al mismo tiempo causarle
el máximo de pérdidas posible al enemigo. En la llamada Batalla de Las Cumbres
murieron 500 franceses, mientras las bajas mexicanas ascendieron sólo a 50.
Pese a este saldo favorable, Zaragoza aún tenía desconfianza sobre el desempeño
real de sus tropas en un combate en campo abierto. Luego de la retirada de los
mexicanos, los franceses tomaron control del paso, con lo que aislaron al
centro del país del principal puerto en el Golfo, y tuvieron la vía franca
hacia Puebla.
La
batalla
Asegurado el paso de
Acultzingo, el 2 de mayo de 1862 la columna principal del ejército
expedicionario francés salió de San Agustín del Palmar, en Veracruz,
para cruzar la Sierra Madre Oriental y dirigirse
hacia Puebla, paso obligado para llegar a la capital del país y que era además
uno de los bastiones del Partido Conservador, donde esperaban ser recibidos
"con una lluvia de rosas", como le aseguró Saligny a Napoleón III en
una carta.[5] El 3 de mayo por la
noche, el general Zaragoza arribó a Puebla, dejando en su retaguardia una
brigada de caballería para hostigar a los invasores. Los efectivos del Ejército
de Oriente se organizaron por las calles desiertas de la ciudad, ya que la
mayoría de la población era partidaria de la invasión.[6]
Maqueta de la Batalla del 5 de mayo de 1862, con
más de 200 esculturas entre personajes, caballos, cañones y otros. Obra del
Escultor Miguel Michel
Fuertes de la ciudad de Puebla
Zaragoza estableció su
cuartel a unos cuantos metros de la línea de batalla, donde estableció el plan
para la defensa de la plaza (ver tabla superior), que consistió en concentrar
los pertrechos en el sur y oriente de la ciudad, esperando evitar que los
franceses alcanzaran al área urbana de Puebla.
El 4 de mayo, los
exploradores mexicanos volvieron con noticias de que una columna de
conservadores a caballo, al mando de Leonardo Márquez y José María Cobos,
marchaba por la zona de Atlixco
para unirse con las fuerzas de Lorencez en el ataque a Puebla. Zaragoza envió
una brigada de 2000 hombres bajo el mando de Tomás O'Horán y Antonio Carbajal, con
el fin de detenerlo, lo cual lograron. Aunque sus fuerzas habían disminuido, los
mexicanos se prepararon para la defensa de Puebla. Contaban con dos baterías de
artillería de batalla y dos de montaña, cubriendo los fuertes con 1200 hombres
y formando a otros 3500 en cuatro columnas de infantería con una batería de
batalla y una brigada de caballería por el lado del camino a Amozoc.
...El enemigo está
acampado á tres cuartos de la garita de esta Ciudad. En los suburbios de ella y
por el mismo rumbo tengo mi campamento. El Cuerpo de Ejército listo para atacar
y resistir. El General O´Horan me avisa que ayer batió en Atlixco a 1.200
reaccionarios, cuya población abandonaron después de alguna resistencia. Parece
que el resto de las chusmas reaccionarias se halla en Matamoros preparando su
marcha para este rumbo. Todo lo que digo á vd. para conocimiento del
C.Presidente de la República..— I. Zaragoza.
El ala derecha
mexicana la cubrían las tropas de Oaxaca
dirigidas por Porfirio Díaz. El centro de la línea lo ocuparon Felipe Berriozábal y Francisco Lamadrid con las tropas del Estado de México y San Luis Potosí. La izquierda se apoyó
en el cerro de Acueyametepec ubicado en el norte de la ciudad y en cuya cumbre
se ubicaban los Fuertes de Loreto y Guadalupe, con el
general Miguel
Negrete a la cabeza de la Segunda División de Infantería.
La artillería sobrante la colocaron en los fortines y reductos dentro de
Puebla, quedando al mando del general Santiago Tapia.
A las 9:15 de la
mañana del 5 de mayo, los franceses aparecieron en el horizonte, avanzando
desde la cercana Hacienda de Rementería, cruzando fuego con las guerrillas de
caballería que se batían en retirada y que no se replegaron hasta que las
líneas francesas estuvieron formadas y listas para avanzar. La batalla se
inició en forma a las 11:15 de la mañana, anunciándose con un cañonazo desde el
Fuerte de Guadalupe y acompañado por los repiques de las campanas de la ciudad.
En ese momento se dio una maniobra sorpresiva: la columna francesa, que venía
avanzando en orden de oriente a poniente, se dividió en dos: la primera,
compuesta por aproximadamente 4000 hombres y protegida con su artillería, dio
un violento viraje hacia la derecha y se dirigió hacia los fuertes; mientras
que la segunda columna, compuesta por el resto de la infantería, quedó como
reserva.
Los conservadores
Almonte y Antonio de Haro y Tamariz, que
acompañaban a los franceses, habían sugerido que el ataque se dirigiera a las
inmediaciones del ex Convento del Carmen, en el sur de la ciudad, tomando como
antecedente lo que sucedió en el sitio durante la Guerra con Estados Unidos. Lorencez,
confiado en la superioridad de sus tropas, así como en el auxilio que esperaba
del contingente de Márquez, desoyó el consejo y decidió concentrar el ataque en
los fuertes, donde los mexicanos contaban con la ventaja. Zaragoza advirtió la
maniobra y rápidamente replanteó su plan de batalla, movilizando las tropas
hacia las faldas del cerro. El 6o. Batallón de la Guardia Nacional del Estado de Puebla,[7] bajo el mando del
entonces coronel Juan Nepomuceno Méndez, fue el primer
cuerpo del Ejército de Oriente en hacer frente a los franceses, al ubicarse en
la línea comprendida entre los fuertes, y rechazar su ataque.[8] Zaragoza hizo avanzar a las
fuerzas de Berriozábal a paso veloz entre las rocas, situándolas entre la
hondonada que separa a Loreto y Guadalupe. Mientras, el general Antonio Álvarez
con su brigada protegió el flanco izquierdo de los reductos.
La línea de batalla
mexicana formó un ángulo que se extendió desde Guadalupe hasta un sitio
conocido como Plaza de Román, frente a las
posiciones enemigas. Zaragoza dispuso que el general Lamadrid defendiera con
las tropas potosinas y dos piezas de artillería el camino que conectaba a la
ciudad con la garita de Amozoc.
La derecha de la línea de batalla mexicana la cerró Porfirio Díaz con la
División de Oaxaca, auxiliado por los escuadrones de Lanceros de Toluca y
Oaxaca.
Los franceses
continuaron su avance, colocando sus baterías frente a Guadalupe, al tiempo que
devolvían el fuego mexicano proveniente de esa posición.
En ese momento los zuavos, el regimiento de élite de la
infantería francesa, iniciaron su ascenso por el cerro hacia Guadalupe,
perdiéndose de la vista de los fusileros mexicanos. De repente, aparecieron
disparando frente a la fortificación. Sin embargo, el fuego lanzado por los
mexicanos los detuvo en seco. En ese instante, los soldados de Berriozábal los
recibieron con sus bayonetas, por lo que tuvieron que retirarse en buen orden
hasta ponerse fuera de tiro. Se repusieron rápidamente y se lanzaron de nuevo
intentando tomar el fuerte.
Los franceses,
apoyados por el 1.er. y 2o. Regimientos de Infantería de Marina, se
abalanzaron sobre el resto de la línea mexicana, siendo recibidos con la
bayoneta. La columna francesa fue rechazada en Guadalupe y Loreto, siendo
igualmente repelidos los ataques de otras columnas francesas desplegadas. En
ese momento, el coronel mexicano José Rojo avisó a Antonio Álvarez que era
tiempo de que la caballería mexicana entrara en acción para alcanzar una
victoria completa. Ordenó a los Carabineros de Pachuca cargar sobre los restos
de la columna, disparando sus carabinas y lanzando mandobles de sable sobre los
franceses, siendo totalmente rechazados.
A las dos y media de
la tarde, cuando se empezaba a perfilar una victoria para los mexicanos,
Lorencez se dispuso a lanzar el último asalto, dirigiendo a los Cazadores de
Vincennes y el Regimiento de Zuavos hacia Guadalupe, mientras ponía en marcha
una segunda columna de ataque compuesta de los restos de los cuerpos de batalla
—excepto el 99 de Línea, el cuál quedó de reserva en el campamento francés—,
para atacar por la derecha de la línea de batalla mexicana.
Ante esta situación,
salieron a su encuentro los Zapadores de San Luis Potosí, al mando del general
Lamadrid, librándose un terrible combate a la bayoneta. Una casa situada en la
falda del cerro fue el objetivo. Los franceses la tomaron y se guarecieron en
ella, siendo desalojados por los zapadores; la recobraron y de nuevo fueron
expulsados por las tropas de Lamadrid. Un cabo mexicano de apellido Palomino se
mezcló entre los zuavos y se batió con ellos cuerpo a cuerpo, posesionándose de
su estandarte como botín de guerra al caer muerto el portador del mismo. Este
momento significó un golpe anímico a favor de los defensores.
Ya entrada la tarde
cayó un aguacero sobre el campo, lo cual dificultó el avance a las tropas
francesas. Zaragoza dispuso que el Batallón Reforma de San Luis Potosí saliera
en auxilio de los fuertes. En Loreto había un cañón de 68 libras que causaba
enormes estragos en las filas francesas. Los zuavos hicieron una carga de
infantería desesperada para apoderarse de esa pieza. El artillero mexicano,
sorprendido por la rapidez de los franceses, tenía en sus manos la bala de
cañón que no alcanzó a colocar en la boca de fuego. Un zuavo apareció frente a
él y tras éste el resto del cuerpo que, una vez apoderados de ese fortín,
levantarían la moral francesa y podría perderse la victoria conseguida. El
artillero arrojó la bala al soldado francés, que herido mortalmente por el
golpe en la cabeza rodó al foso del parapeto. Luego de que este asalto fue
rechazado, los franceses retrocedieron siendo perseguidos por el Batallón
Reforma.
Mientras, cuando la
segunda columna llegó al Fuerte de Guadalupe protegida por una línea de
tiradores, Porfirio Díaz acudió en auxilio de los Rifleros de San Luis Potosí,
que estaban a punto de ser rodeados. Movió en columna al Batallón Guerrero, a
las órdenes del coronel Jiménez, y le ganó el terreno a los franceses. Para
apoyar envió al resto de las tropas de Oaxaca, con los coroneles Espinoza y
Loaeza a la cabeza, con lo que se logró expulsar al enemigo de las cercanías.
El éxito alentó a Díaz, que destacó al Batallón Morelos con dos piezas de artillería
a la izquierda, mientras por la derecha los Rifleros de San Luis Potosí se
reponían de la pelea, antecedidos por una carga de los Lanceros de Oaxaca,
trabándose un combate cuerpo a cuerpo que hizo retroceder a los atacantes.
En aquel momento, luego
de ser repelidos por última vez, las efectivos franceses empezaron a huir,
completamente dispersados. Se replegaron a la hacienda Los Álamos, para
finalmente retirarse hacia Amozoc.
Consecuencias
Mientras se libraba la
batalla, en el Palacio Nacional y en la Ciudad de
México en general se vivía un ambiente de tensa espera. Lo último que se sabía
de Puebla era el telegrama enviado por Zaragoza hacia las 12:30 del día, en el
que avisaba que el fuego de artillería de ambos lados había iniciado. Luego,
silencio. Ante la incertidumbre, el gobierno había hecho salir precipitadamente
al general Florencio Antillón al mando de los
Batallones de Guanajuato, quedando como guardianes de la capital sólo 2,000
hombres del Regimiento de Coraceros Capitalinos y algunos centenares de
milicianos pobremente armados. Si las tropas guanajuatenses se perdían, la capital
quedaría desprotegida.
A las 4:15 de la tarde
finalmente se recibieron noticias:
... Sobre el campo a
las dos y media.— Dos horas y media nos hemos batido. El enemigo ha arrojado
multitud de granadas.— Sus columnas sobre el cerro de Loreto y Guadalupe han
sido rechazadas y seguramente atacó con cuatro mil hombres. Todo su impulso fue
sobre el cerro.— En este momento se retiran las columnas y nuestras fuerzas
avanzan sobre ellas. Comienza un fuerte aguacero.— I. Zaragoza[6]
Zaragoza envió más
tarde otro telegrama en el que dijo que los franceses habían iniciado la
retirada hacia Amozoc, pero sin mencionar el resultado final de la batalla.
Finalmente, a las 5:49 de la tarde se recibió otro parte, dirigido al ministro
de Guerra, que causó júbilo (y un gran alivio) en Palacio Nacional:
... Las armas del
Supremo Gobierno se han cubierto de gloria: el enemigo ha hecho esfuerzos
supremos por apoderarse del Cerro de Guadalupe, que atacó por el oriente de
izquierda y derecha durante tres horas: fue rechazado tres veces en completa
dispersión y en estos momentos está formado en batalla, fuerte de más de 4,000
hombres, frente al cerro de Guadalupe, fuera de tiro. No lo bato, como
desearía, porque el Gobierno sabe (que) no tengo para ello fuerza bastante.
Calculo la pérdida del enemigo, que llegó hasta los fosos de Guadalupe en su
ataque, en 600 o 700 entre muertos y heridos; 400 habremos tenido nosotros.
Sírvase vd. dar cuenta de este parte al C. Presidente.— I. Zaragoza[9]
Dos horas después de
haber sido remitido el parte anterior a la Secretaría de Guerra, el presidente
de la República recibía el siguiente:
... Señor
Presidente.-Estoy muy contento con el comportamiento de mis generales y
soldados. Todos se han portado bien.—Los franceses han llevado una lección muy
severa; pero en obsequio de la verdad diré: que se han batido como bravos,
muriendo una gran parte de ellos en los fosos de las trincheras de Guadalupe.
Sea para bien, Sr. Presidente. Deseo que nuestra querida Patria, hoy tan
desgraciada, sea feliz y respetada de todas las Naciones..— I. Zaragoza[10]
El saldo final de la
batalla fue de 476 soldados perdidos y 345 heridos o enfermos del lado francés,
así como 83 muertos, cerca de 132 heridos y 12 desaparecidos para el Ejército
de Oriente.[1] A las 7 de la noche del
día 6 de mayo arribaron a Puebla el general Antillón y sus tropas; Zaragoza
esperaba un nuevo ataque de Lorencez, pero éste, el día 8 de mayo, dispuso la
retirada hasta San Agustín del Palmar, siendo "saludado" por la
artillería republicana y la Banda de Guerra de los Carabineros, quienes tocaron
"Escape".
El 5 de septiembre de
1862, todavía acuartelado en Puebla, el general Zaragoza contrajo tifo y
falleció tres días después.[11] Lo sustituyó en el
mando del Ejército de Oriente el general Jesús González Ortega, quien se
encargaría de la defensa de la ciudad ya que se esperaba el regreso de los
franceses, reagrupados y con refuerzos, lo cual sucedió en marzo del siguiente año. Los
historiadores concuerdan en señalar el talento de Zaragoza como organizador y
motivador de sus tropas. Antes de la batalla, las arengó diciéndoles que si
bien los franceses eran considerados "los primeros soldados del
mundo", ellos eran "los primeros hijos de México", lo cual tuvo
tal efecto en la moral de sus soldados que su determinación por defender la
plaza ante los invasores compensó sus carencias materiales y de disciplina.
Además, no temió tomar decisiones arriesgadas, como prescindir de los 2000
efectivos que O'Horan se llevó para batir a Leonardo Márquez, y en el curso de
la batalla actuó con serenidad y efectividad. Se le considera héroe nacional y
en su honor, tiempo después, Juárez renombró a la ciudad como Heroica Puebla de Zaragoza.
Cabe atribuir parte de
la responsabilidad en el resultado de la batalla a Lorencez, por decidir
lanzarse en primer lugar contra Loreto y Guadalupe en lugar de ir sobre la
ciudad. Esta acción no carece de sentido si se toma en cuenta que el general
francés se encontraba confiado en la victoria por lo que había sucedido en las
Cumbres, además de que bajo la lógica militar de su tiempo, primero había que
atacar al enemigo en sus posiciones más fuertes. En todo caso, ensoberbecido
por la superioridad per se de los franceses, no contó con la férrea
resistencia mexicana y cometió yerros garrafales: así, por ejemplo, fue famosa
su orden de colocar sus cañones en batería a dos kilómetros y medio de las
fortificaciones poblanas, lo cual fue calificado por el propio Napoleón III como un disparate[12] ya que las balas
llegaban a sus blancos, pero sin fuerza. El conde fue repatriado y lo sustituyó
Frédéric Forey en el mando de las
tropas expedicionarias. Cuando en Francia se supo la derrota del ejército
francés, originó dolor, histeria y llanto, más aún cuando llegaron las
historias de que los indígenas zacapoaxtlas (que en realidad se trataba del
sexto Batallón de Guardia Nacional del Estado de Puebla[13] ) habían atacado con machetes,
arma desconocida en Europa, y se comían los cadáveres. El resto de Europa, con
incredulidad, sorpresa y asombro, comentaban como el ejército francés, invicto
desde la Batalla de Waterloo en 1815, había sido derrotado en México, un
ejército considerado el mejor del mundo, el vencedor en la conquista de Argelia
y de la Indochina francesa (hoy Vietnam), había sido derrotado por un país
tropical, utilizando tácticas de guerra poco utilizada en Europa, como era la Guerra
de Guerrillas.
La guerra de
guerrillas efectivamente fue utilizada en México, pero ya antes se conocía tal
táctica en Europa, y más en concreto en España, lugar donde se dio por vez
primera este tipo de guerra 400 años antes de Cristo, e incluso contra la
invasión de las tropas de Napoleón a principios del siglo XIX, y que por tal
motivo en este país se le dio tal nombre, guerra de guerrillas.
Condecoraciones
Decreto Presidencial de Condecoración
El 21 de mayo de 1862 el presidente Juárez publicó el
decreto de condecoración a los vencedores de las batallas del 28 de abril en las Cumbres de Acultzingo y del 5 de mayo
en Puebla, y ambas se consideraron victorias ante el ejército expedicionario
francés.
El 30 de mayo se entregaron a los
miembros del Ejército de Oriente los "diplomas de Concurrencia" a las
mismas batallas, según lo estipulado en el artículo cuarto del mencionado
decreto.
El 29 de noviembre Juárez viajó,
acompañado por sus ministros de Guerra, Miguel Blanco Múzquiz, y de Relaciones
Exteriores y Gobernación, Juan Antonio de la Fuente, a Puebla
para una serie de ceremonias y reconocimientos a los defensores de la ciudad.
Se reunió con González Ortega, y finalmente, el 4
de diciembre, en medio de una gran ceremonia en el Fuerte de Guadalupe, hizo entrega
formal de las medallas a los vencedores de las batallas del 28 de abril y del 5 de mayo de ese año, y partió al día
siguiente a la Ciudad de México. Asimismo, el 2 de
marzo de 1863,
en vísperas del inicio del Sitio de Puebla, se llevó a cabo una segunda
ceremonia en Guadalupe, en la que entregó más medallas.
Significado
Véase también: Cinco
de mayo
Representación simbólica de aspectos
representativos de la historia mexicana. Aparecen las banderas del Primer
Batallón de Oaxaca (1862-1878) y la otra del Batallón Supremo Poder (1864-1867)
que fue el que combatió al ejército francés.
Con excepción del Grito de Dolores, la conmemoración de
la Batalla de Puebla es la fecha más significativa del calendario cívico
mexicano, al tratarse de una de las escasas victorias ante un ejército
extranjero invasor. Simbólicamente, representa la consecución de una gran
empresa por parte de los mexicanos, que puede conseguirse si se olvidan las
divisiones y se sobreponen éstas a las carencias, como lo demuestra el hecho de
que se consiguió la victoria, con valor y dedicación, pese a que se tenía todo
en contra: inferioridad numérica y material, la moral disminuida por la
tragedia de Chalchicomula, y la simpatía de
algunos sectores de las élites y de la clase política hacia los invasores. A
cambio, los republicanos respondieron con celeridad a las situaciones que la
batalla iba planteando (movilizaron el grueso de sus efectivos del casco urbano
de Puebla hacia los fuertes) y supieron sacar ventaja de los errores de los
franceses. Semanas antes de la batalla, Juárez había declarado pena de muerte para los mexicanos que
se unieran a los invasores, pero también una amnistía
a los enemigos de la república en la guerra
de Reforma si se unían a él para defender al país de la
invasión. El caso más célebre es el del general conservador Miguel Negrete, quien abandonó al
partido conservador y se puso a disposición de Zaragoza con la siguiente frase:
"Yo tengo patria antes que partido."
El 5 de mayo es una
fecha entrañable para los mexicanos; se celebra en las principales ciudades del
país con desfiles y verbenas. Ese día se le toma protesta en todo el país a los
jóvenes que cumplen el Servicio Militar Nacional.
Sin embargo, el
recuerdo de la batalla no se agota en el protocolo. En algunos lugares del país
se realizan fiestas populares en las que se recrea la batalla misma o algunos
de sus aspectos, como en el caso del Peñón de los Baños, en la Ciudad de
México, o en Huejotzingo,
en Puebla; sitios en donde se da una peculiar fusión de elementos de carnaval
con la fiesta cívica. Incluso en una celebración plenamente religiosa como son
las Morismas de Bracho, en Zacatecas, que se hacen
tradicionalmente el último fin de semana del mes de agosto, donde miles de
personas representan combates entre moros
y cristianos, aparecen participantes con uniformes tomados de la batalla de Puebla;
por ejemplo, el contingente de los moros adoptó el uniforme de los zuavos franceses; asimismo, el
ejército cristiano adoptó el uniforme del regimiento de zapadores, y las bandas de guerra
cristianas llevan el uniforme mexicano utilizado el 5 de mayo. Ambas tropas
simulan combates al son de marchas francesas.
En los Estados Unidos, el 5 de mayo es el
"Día de la Herencia Latina", en la que se celebra la inmigración
procedente de México. Ello ha dado pie a que se piense, erróneamente, que el
aniversario de la batalla es el día de la Independencia de México.
Fecha
|
|||
Lugar
|
|||
Coordenadas
|
|||
Resultado
|
Victoria mexicana
|
||
Beligerantes
|
|||
Comandantes
|
|||
Fuerzas en combate
|
|||
|
|||
Bajas
|
|||
México
Francia
|
[ocultar]
|
Fortín - Las Cumbres - Atlixco - Puebla - Barranca Seca - Cerro del Borrego - Jonuta - San Pablo del Monte - Sitio
de Puebla - San Lorenzo de Almecatla - Tampico - Camarón - Ciudad de México - Chiapa de Corzo - Morelia - Guanajuato - Guadalajara - El Jahuactal - Campeche - San Juan Bautista (Villahermosa) - Mazatlán - Acapulco - Durango - Nanahuatipam - Majoma - Monterrey - Matamoros - Totoapan - Colima - Jiquilpan - San Pedro - Cuauhtémoc - El Rosario - Tacámbaro - Loma - Parral - Chihuahua - Álamos - Ixmiquilpan - Bagdad - Santa Isabel - Chihuahua - Jonuta - Santa Gertrudis - Miahuatlán - Juchitán - Carbonera - Guayabo - Toma de Guadalajara - Villa de Álvarez - San Jacinto - Monterrey - 2 de abril - Lomas de San Lorenzo - Querétaro - Toma de la Ciudad de México
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario