Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos.
Pablo Neruda
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Fui uno de tantos que besó su boca,
Uno de tantos que durmió en su lecho,
Fui uno de tantos que mordió su pecho,
Tan duro y frío como una roca.
La besé con pasión, con ansia loca,
¿De cuántos
antes fue? No sé de cuántos,
Tampoco supe que yo era uno de tantos,
Fui uno de tantos que besó su
boca.
Soñé con darle un nombre, darle un techo,
Y la amé como nadie la había amado,
Fui como un adolescente enamorado,
Uno de tantos que durmió en su
lecho.
Si se pudiera deshacer lo hecho,
Si yo pudiera desandar lo andado,
Borraría ese pasado en el que, enamorado,
Fui uno de tantos que mordió su
pecho.
¿Y vos me preguntáis cuál es el precio
Que pagué por aquella pasión ardiente y loca?
El más caro que hay: fue su desprecio,
Tan duro y frío como una roca.
Publicado en Poemas del alma, el 10/06/2010
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