Los amigos se lastiman con la verdad,
para no herirse con la mentira.
(Refrán popular.)
Ausencia quiere decir olvido,
decir tinieblas, decir jamás,
las aves pueden volver al nido
pero las almas que se han querido
cuando se alejan, no vuelven más.
¿No te lo dice la luz que expira?
sombra es la ausencia, desolación,
si tantos sueños fueron mentira
¿por qué se queja cuando suspira
tan hondamente mi corazón?
Nuestro destino fue despiadado,
¿quién al destino puede vencer?
La ausencia quiere decir nublado...
no hay peor infierno que haberse amado
para ya nunca volverse a ver.
¡Qué lejos se hayan tu alma y la mía!
la ausencia quiere decir capaz,
la ausencia es noche, noche sombría,
¿en qué ofendimos al cielo un día
que así nos niega su tibia paz?
Nuestras dos almas, paloma y nido,
calor y arrullo, no vuelven más,
a la ventura del bien perdido.
Ausencia quiere decir olvido,
decir tinieblas, decir jamás.
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jueves, 23 de agosto de 2018
Reseña del blog - Carlos Dguez
Los amigos se lastiman con la verdad,
para no herirse con la mentira.
(Refrán popular.)
Junio de 2010, quizás irreflexivamente, ya no recuerdo, puse el primer ladrillo para este blog, lo vi formarse paso a paso, como los hijos, pero algo pasó que lo abandoné por mucho tiempo.
No recordaba ya que lo tenía, pero había un deseo innato en mí de compartir lo poquito que sé, creé una página en Facebook, le puse por nombre "Partir y compartir conocimientos", con la esperanza de que alguien captara la idea que íbamos a hacer una labor conjunta pero desafortunadamente no fue así y dejé abandonada también esa página; pero a diferencia de ésta, aquella si contenía un poco de información, hasta que perdí la esperanza que la visitaran.
El día de San Juan, 24 de junio de este 2018, una amiga me saludó y dijo: te visité en tu blog amigo pero ¿qué crees? salí despavorida porque eso da pavor, está muy desolado.
Preocupado vine a verlo, por el tiempo transcurrido ya ni mi password recordaba pero lo recuperé, ciertamente infundía pavor. Me hice la promesa de darle vida y al día siguiente, me puse a capturar como loco mis poemas, poesías de poetas famosos, apuntes escolares, curiosidades, en fin, todo cuanto se me ocurría, y como por arte de magia fue cobrando vida.
Pero las ideas venían y venían... aquí debo aclarar que no sé nada de programación, y las ideas que tenía eran precisamente de ese ámbito. Empecé a investigar con las herramientas proporcionadas por el blogger y como dicen: echando a perder se aprende, fueron tumbos tras tumbos, iba de fracaso en fracaso pero no soy de los que se quiebran tan fácilmente y seguí perseverando hasta lograr concretar mis ideas y convertir aquel páramo que durante ocho largos años abandoné, en lo que ahora es: mi orgullo.
Pero el esfuerzo no terminaba ahí y mientras haya algo qué compartir y las fuerzas me sostengan, no terminará. El siguiente paso era girar las invitaciones y tampoco obtuve los resultados esperados pero ya entré en conformidad y me repito a cada instante que puse lo que estaba a mi alcance para compartir mis conocimientos, lo demás ya no me corresponde a mí.
La navegación traté de hacerla de lo más sencilla. Consta de 5 páginas enlistadas en la columna izquierda --José Ángel Buesa, Pedro B. Palacios, Amado Nervo, Jaime Sabines y Pablo Neruda--, y todas las entradas las encuentras en la columna derecha por mes de captura, pero para tener un control absoluto del blog te recomiendo abrir la entrada "Mapa del sitio", donde está la lista de todas las entradas agrupadas por secciones, cada título tanto de las entradas como de las canciones, son enlaces que abren en una pestaña nueva. Si llegaras a detectar algún error, por mínimo que sea, te pido de favor me lo hagas saber en un comentario y en cuanto lo lea lo subsanaré de inmediato.
Si algún día, amig@ mí@, posas tus ojos en este escrito, ten la seguridad que este blog cobró vida pensando en ti y en la generación que viene. Mis poemas son lo que menos importa de todo lo publicado, pero todo lo demás sí pues lo investigué y documenté con mucho cariño.
Seguiré investigando para ver si puedo darle otra cara, una cara más profesional al blog, aunque hasta donde está me tiene muy satisfecho y orgulloso, pero para un perfeccionista no existe el punto final.
Te dejo mi abrazo de oso cariñoso amigo@ mí@, no sin antes agradecer hayas sacrificado tu valioso tiempo para leer estas líneas.
Publicado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, el jueves 23 de agosto de 2018.
jueves, 16 de agosto de 2018
Rimas - Gustavo Adolfo Becquer
XXIII
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.
Originario de Sevilla, España, nació el 17 de febrero de 1836 y falleció el 22 de diciembre de 1870. Sus rimas relatan la azarosa y mísera vida que enfrentó junto a su hermano Valeriano.
IV
No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre
¡habrá poesía!
Mientras se sienta que se ríe el alma
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!
VII
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en sus ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay! Pensé; ¡cuantas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: "¡levántate y anda!".
XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella por otro
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: -¿por qué callé aquel día?
y ella dirá: -¿por qué no lloré yo?
XXXVIII
Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?
XLII
Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas;
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.
Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma.
¡Y entonces comprendí por qué se llora,
y entonces comprendí por qué se mata!
Pasó la nube de dolor... con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia? Un fiel amigo...
me hacía un gran favor, le di las gracias.
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas...no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así... no te querrán!
LXXIII
Cerraron sus ojos
que aún tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando
y otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron.
La luz que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho;
y entre aquella sombra
veíase a intervalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.
Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil rüidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
-¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
De la casa en hombros
lleváronla al templo,
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.
Al dar de las Ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos,
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron,
y el santo recinto
quedóse desierto.
De un reloj se oía
compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto,
todo se encontraba
y pensé un momento:
-¡Dios mio... qué solos
se encuentran los muertos!
De la alta campana
la lengua de hierro
le dio volteando
su adiós lastimero.
El luto en las ropas,
amigos y deudos
cruzaron en fila
formando el cortejo.
Del último asilo,
oscuro y estrecho,
abrió la piqueta
el nicho a un extremo.
Allí la acostaron
tapiáronle luego,
y con un saludo
despidióse el duelo.
La piqueta al hombro
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
el sol se había puesto;
perdido en las sombras
yo pensé un momento:
-¡Dios mío... qué solos
se quedan los muertos!
En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.
Allí cae la lluvia
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendido en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan sus huesos...!
¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es sin espíritu,
podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
algo que repugna
aunque es fuerza hacerlo,
el dejar tan triste,
tan solos los muertos.
Hagamos un trato - Mario Benedetti, uruguayo
Once.
Ningún padre de la iglesia
ha sabido explicar
por qué no existe
un mandamiento once
que ordene a la mujer
no codiciar al hombre
de su prójima.
Mario Benedetti.
- . - . - . - . - . - . -
Compañera
usted sabe que puede contar conmigo
no hasta dos ni hasta diez,
sino contar conmigo.
Si alguna vez advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense: qué delirio,
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar conmigo.
Si otras veces me encuentra
huraño sin motivo,
no piense: qué flojera,
igual puede contar conmigo.
Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo saber que usted existe,
uno se siente vivo,
y cuando digo esto
quiero decir contar,
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco,
no para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber a ciencia cierta
que usted sabe
que puede contar conmigo.
Nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los toros, Uruguay. Fue hijo de Brenno Benedetti y Matilde Farugia, quienes lo bautizaron con cinco nombres, siguiendo las costumbres italianas.
Hagamos un trato - Mario Benedetti
martes, 14 de agosto de 2018
Los motivos del lobo - Rubén Darío, nicaragüense
El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios Eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración
que era: Padre Nuestro que estás en los cielos...
Los motivos del lobo.
El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal;
el lobo de Gubbia, el terrible lobo,
rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió,
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verlo se lanzó feroz
contra él, Francisco con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: -¡paz hermano
lobo! El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: ¡está bien hermano Francisco!
¡Cómo! -exclamó el santo- ¿es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
Y el gran lobo, humilde: -¡es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer, y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo, y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor,
y no era por hambre que iban a cazar.
Francisco responde: en el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
-Está bien, hermano Francisco de Asís.
-Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a la vez alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.
Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: -He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya su enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios. -¡Así sea!
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.
Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmo oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a su montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintióse el terror, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.
Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos lo buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.
Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña a buscar
al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
-En nombre del Padre del sacro universo
conjúrote -dijo-, ¡oh, lobo perverso!
A que me respondas ¿por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.
Como en sorda lucha habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
-Hermano Francisco, no te acerques mucho...
yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la envidia, la saña, la ira,
y en todos los ojos ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y de mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender, y a me alimentar.
Como el lobo hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.
El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios Eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración
que era: Padre Nuestro que estás en los cielos...
1913
Hermano lobo.
¿Por qué te volviste lobo? Tal vez no te amé bastante.
¿Por qué te volviste lobo? Tal vez no te supe amar. (Estribillo)
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
¿Por qué nos odias tanto? Tal vez yo te odié primero.
¿Por qué nos acosas fiero? Tal vez te enseñé a acosar.
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
¿Por qué vives en tinieblas? Tal vez te negué mi lumbre,
y toda tu pesadumbre nació de mi crueldad.
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
Hoy vengo a llamarte hermano y darte la paz y el bien.
Hoy vengo a llamarte hermano y juntos volver a amar.
Los hombres a veces somos
más fieros que el lobo fiero,
hoy darte mi mano quiero
y abrirte por fin mi hogar. (2)
Hoy darte mi mano al cielo
y abrirte por fin mi hogar.
Letra y música: Cesáreo Gabaraín
Hermano lobo - Cesáreo Gabaraín
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios Eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración
que era: Padre Nuestro que estás en los cielos...
Los motivos del lobo.
El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal;
el lobo de Gubbia, el terrible lobo,
rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió,
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verlo se lanzó feroz
contra él, Francisco con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: -¡paz hermano
lobo! El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: ¡está bien hermano Francisco!
¡Cómo! -exclamó el santo- ¿es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
Y el gran lobo, humilde: -¡es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer, y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo, y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor,
y no era por hambre que iban a cazar.
Francisco responde: en el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
-Está bien, hermano Francisco de Asís.
-Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a la vez alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.
Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: -He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya su enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios. -¡Así sea!
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.
Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmo oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a su montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintióse el terror, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.
Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos lo buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.
Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña a buscar
al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
-En nombre del Padre del sacro universo
conjúrote -dijo-, ¡oh, lobo perverso!
A que me respondas ¿por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.
Como en sorda lucha habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
-Hermano Francisco, no te acerques mucho...
yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la envidia, la saña, la ira,
y en todos los ojos ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y de mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender, y a me alimentar.
Como el lobo hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.
El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios Eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración
que era: Padre Nuestro que estás en los cielos...
1913
Hermano lobo.
¿Por qué te volviste lobo? Tal vez no te amé bastante.
¿Por qué te volviste lobo? Tal vez no te supe amar. (Estribillo)
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
¿Por qué nos odias tanto? Tal vez yo te odié primero.
¿Por qué nos acosas fiero? Tal vez te enseñé a acosar.
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
¿Por qué vives en tinieblas? Tal vez te negué mi lumbre,
y toda tu pesadumbre nació de mi crueldad.
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
Hoy vengo a llamarte hermano y darte la paz y el bien.
Hoy vengo a llamarte hermano y juntos volver a amar.
Los hombres a veces somos
más fieros que el lobo fiero,
hoy darte mi mano quiero
y abrirte por fin mi hogar. (2)
Hoy darte mi mano al cielo
y abrirte por fin mi hogar.
Letra y música: Cesáreo Gabaraín
Hermano lobo - Cesáreo Gabaraín
jueves, 9 de agosto de 2018
Nocturno - Manuel Acuña
Comprendo que tus besos jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos, te quiero mucho más.
- . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . -
Manuel Acuña Narro nace en Saltillo, Coahuila, México, el 27 de agosto de 1849 y se suicida en la ciudad de México el 6 de diciembre de 1873.
Rumores de la época decían que se enamoró de Rosario de la Peña, pero ella era casada y eso fue la causa para que se envenenara con cianuro de potasio, muriendo en su habitación de la Escuela de Medicina.
Otros dicen que con quien sostuvo una relación fue con la poetisa Laura Méndez de Cuenca.
Sus restos fueron inicialmente depositados en el Cementerio de Campo Florido, posteriormente trasladados a Saltillo en 1917 y yacen en la Rotonda de los Coahuilenses Ilustres, del panteón de Santiago.
José Martí, el poeta, pensador y político cubano, escribió sobre él en 1876: "¡Lo hubiera querido tanto si hubiese él vivido!... Hoy lamento su muerte; no escribo su vida; hoy leo su Nocturno a Rosario, página última de su existencia verdadera, y lloro sobre él y no leo nada. Se rompió aquella alma cuando en aquel quejido de dolor".
A Rosario...
¡Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro,
decirte que te quiero con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto, y al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.
Yo quiero que tú sepas que hace ya muchos días
estoy enfermo y pálido de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas las esperanzas mías,
que est´n mis noches negras, tan negras y sombrías,
que ya no sé ni dónde se alzaba el porvenir.
De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver;
camino mucho, mucho, y al fin de la jornada,
las formas de mi madre se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer.
Comprendo que tus besos jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos, te quiero mucho más.
A veces pienso en darte mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos y huír de esta pasión;
mas si es en vano todo y el alma no te olvida,
¿qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida,
qué quieres tú que yo haga con este corazón?
Y luego que ya estaba concluído tu santuario,
tu lámpara encendida, tu velo en el altar;
el sol de la mañana detrás del campanario,
chispeando las antorchas, humeando el incensario,
y abierta, allá a lo lejos, la puerta del hogar.
¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre y amándonos los dos:
tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma, los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros, mi madre como un dios?
¡Figúrate qué hermosas las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje por una tierra así!
Y yo soñaba en eso mi santa prometida;
y al delirar en eso con ansia estremecida,
pensaba yo en ser bueno por ti, nomás por ti.
Bien sabe Dios que ese era mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer;
¡bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho bajo el hogar risueño
que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!
Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo que existe entre los dos,
¡adiós por la vez última, amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores;
mi lira de poeta, mi juventud, adiós!
lunes, 6 de agosto de 2018
15 poemas prohibidos, para amantes - Paco Stanley
Los amigos se lastiman con la verdad,
para no herirse con la mentira.
(Refrán popular.)
- . - . - . - . - . - . -
00:00 El amante
04:27 Amigos por tanto tiempo
07:03 Poema 20 - Pablo Neruda
10:40 La despedida - Paul Geraldy
13:05 Decir adiós
14:38 Con que entonces, adiós
20:20 Ni rencores, ni perdón
23:25 Quiero ser en tu vida
25:15 Te pude haber amado
26:39 Tiré tu cariño al río
29:30 Gracias a ti
31:09 La profecía
37:58 Cuando estemos viejos
40:03 Y dices que no te quiero
43:00 A las mujeres que yo amé
miércoles, 1 de agosto de 2018
Una plática con Jesús
Los amigos se lastiman con la verdad,
para no herirse con la mentira.
(Refrán popular.)
Las huellas en la arena - Autor anónimo
I will sing, you will sing - Artistas varios
Se busca - Jose Luis Rodríguez
Cómo no creer en Dios - Alberto Cortez
El Hombre - Roberto Carlos
Himno de la alegría - Miguel Ríos
Las huellas en la arena - Autor anónimo
I will sing, you will sing - Artistas varios
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Cómo no creer en Dios - Alberto Cortez
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De hastío se viste el horizonte cuando el sol no ilumina y no dejo de repetir tu nombre... no quiero que el tiempo extinga todo el sent...