Los amigos se lastiman con la verdad,
para no herirse con la mentira.
(Refrán popular.)
Ausencia quiere decir olvido,
decir tinieblas, decir jamás,
las aves pueden volver al nido
pero las almas que se han querido
cuando se alejan, no vuelven más.
¿No te lo dice la luz que expira?
sombra es la ausencia, desolación,
si tantos sueños fueron mentira
¿por qué se queja cuando suspira
tan hondamente mi corazón?
Nuestro destino fue despiadado,
¿quién al destino puede vencer?
La ausencia quiere decir nublado...
no hay peor infierno que haberse amado
para ya nunca volverse a ver.
¡Qué lejos se hayan tu alma y la mía!
la ausencia quiere decir capaz,
la ausencia es noche, noche sombría,
¿en qué ofendimos al cielo un día
que así nos niega su tibia paz?
Nuestras dos almas, paloma y nido,
calor y arrullo, no vuelven más,
a la ventura del bien perdido.
Ausencia quiere decir olvido,
decir tinieblas, decir jamás.
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jueves, 23 de agosto de 2018
Reseña del blog - Carlos Dguez
Los amigos se lastiman con la verdad,
para no herirse con la mentira.
(Refrán popular.)
Junio de 2010, quizás irreflexivamente, ya no recuerdo, puse el primer ladrillo para este blog, lo vi formarse paso a paso, como los hijos, pero algo pasó que lo abandoné por mucho tiempo.
No recordaba ya que lo tenía, pero había un deseo innato en mí de compartir lo poquito que sé, creé una página en Facebook, le puse por nombre "Partir y compartir conocimientos", con la esperanza de que alguien captara la idea que íbamos a hacer una labor conjunta pero desafortunadamente no fue así y dejé abandonada también esa página; pero a diferencia de ésta, aquella si contenía un poco de información, hasta que perdí la esperanza que la visitaran.
El día de San Juan, 24 de junio de este 2018, una amiga me saludó y dijo: te visité en tu blog amigo pero ¿qué crees? salí despavorida porque eso da pavor, está muy desolado.
Preocupado vine a verlo, por el tiempo transcurrido ya ni mi password recordaba pero lo recuperé, ciertamente infundía pavor. Me hice la promesa de darle vida y al día siguiente, me puse a capturar como loco mis poemas, poesías de poetas famosos, apuntes escolares, curiosidades, en fin, todo cuanto se me ocurría, y como por arte de magia fue cobrando vida.
Pero las ideas venían y venían... aquí debo aclarar que no sé nada de programación, y las ideas que tenía eran precisamente de ese ámbito. Empecé a investigar con las herramientas proporcionadas por el blogger y como dicen: echando a perder se aprende, fueron tumbos tras tumbos, iba de fracaso en fracaso pero no soy de los que se quiebran tan fácilmente y seguí perseverando hasta lograr concretar mis ideas y convertir aquel páramo que durante ocho largos años abandoné, en lo que ahora es: mi orgullo.
Pero el esfuerzo no terminaba ahí y mientras haya algo qué compartir y las fuerzas me sostengan, no terminará. El siguiente paso era girar las invitaciones y tampoco obtuve los resultados esperados pero ya entré en conformidad y me repito a cada instante que puse lo que estaba a mi alcance para compartir mis conocimientos, lo demás ya no me corresponde a mí.
La navegación traté de hacerla de lo más sencilla. Consta de 5 páginas enlistadas en la columna izquierda --José Ángel Buesa, Pedro B. Palacios, Amado Nervo, Jaime Sabines y Pablo Neruda--, y todas las entradas las encuentras en la columna derecha por mes de captura, pero para tener un control absoluto del blog te recomiendo abrir la entrada "Mapa del sitio", donde está la lista de todas las entradas agrupadas por secciones, cada título tanto de las entradas como de las canciones, son enlaces que abren en una pestaña nueva. Si llegaras a detectar algún error, por mínimo que sea, te pido de favor me lo hagas saber en un comentario y en cuanto lo lea lo subsanaré de inmediato.
Si algún día, amig@ mí@, posas tus ojos en este escrito, ten la seguridad que este blog cobró vida pensando en ti y en la generación que viene. Mis poemas son lo que menos importa de todo lo publicado, pero todo lo demás sí pues lo investigué y documenté con mucho cariño.
Seguiré investigando para ver si puedo darle otra cara, una cara más profesional al blog, aunque hasta donde está me tiene muy satisfecho y orgulloso, pero para un perfeccionista no existe el punto final.
Te dejo mi abrazo de oso cariñoso amigo@ mí@, no sin antes agradecer hayas sacrificado tu valioso tiempo para leer estas líneas.
Publicado en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México, el jueves 23 de agosto de 2018.
jueves, 16 de agosto de 2018
Rimas - Gustavo Adolfo Becquer
XXIII
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.
Originario de Sevilla, España, nació el 17 de febrero de 1836 y falleció el 22 de diciembre de 1870. Sus rimas relatan la azarosa y mísera vida que enfrentó junto a su hermano Valeriano.
IV
No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre
¡habrá poesía!
Mientras se sienta que se ríe el alma
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!
VII
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en sus ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay! Pensé; ¡cuantas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: "¡levántate y anda!".
XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella por otro
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: -¿por qué callé aquel día?
y ella dirá: -¿por qué no lloré yo?
XXXVIII
Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú a dónde va?
XLII
Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas;
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de dónde estaba.
Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma.
¡Y entonces comprendí por qué se llora,
y entonces comprendí por qué se mata!
Pasó la nube de dolor... con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia? Un fiel amigo...
me hacía un gran favor, le di las gracias.
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas...no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate,
¡así... no te querrán!
LXXIII
Cerraron sus ojos
que aún tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando
y otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron.
La luz que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho;
y entre aquella sombra
veíase a intervalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.
Despertaba el día,
y, a su albor primero,
con sus mil rüidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:
-¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!
De la casa en hombros
lleváronla al templo,
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.
Al dar de las Ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos,
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron,
y el santo recinto
quedóse desierto.
De un reloj se oía
compasado el péndulo,
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto,
todo se encontraba
y pensé un momento:
-¡Dios mio... qué solos
se encuentran los muertos!
De la alta campana
la lengua de hierro
le dio volteando
su adiós lastimero.
El luto en las ropas,
amigos y deudos
cruzaron en fila
formando el cortejo.
Del último asilo,
oscuro y estrecho,
abrió la piqueta
el nicho a un extremo.
Allí la acostaron
tapiáronle luego,
y con un saludo
despidióse el duelo.
La piqueta al hombro
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
el sol se había puesto;
perdido en las sombras
yo pensé un momento:
-¡Dios mío... qué solos
se quedan los muertos!
En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.
Allí cae la lluvia
con un son eterno;
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendido en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan sus huesos...!
¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es sin espíritu,
podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
algo que repugna
aunque es fuerza hacerlo,
el dejar tan triste,
tan solos los muertos.
Hagamos un trato - Mario Benedetti, uruguayo
Once.
Ningún padre de la iglesia
ha sabido explicar
por qué no existe
un mandamiento once
que ordene a la mujer
no codiciar al hombre
de su prójima.
Mario Benedetti.
- . - . - . - . - . - . -
Compañera
usted sabe que puede contar conmigo
no hasta dos ni hasta diez,
sino contar conmigo.
Si alguna vez advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos,
no alerte sus fusiles
ni piense: qué delirio,
a pesar de la veta
o tal vez porque existe
usted puede contar conmigo.
Si otras veces me encuentra
huraño sin motivo,
no piense: qué flojera,
igual puede contar conmigo.
Pero hagamos un trato:
yo quisiera contar con usted,
es tan lindo saber que usted existe,
uno se siente vivo,
y cuando digo esto
quiero decir contar,
aunque sea hasta dos,
aunque sea hasta cinco,
no para que acuda
presurosa en mi auxilio,
sino para saber a ciencia cierta
que usted sabe
que puede contar conmigo.
Nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los toros, Uruguay. Fue hijo de Brenno Benedetti y Matilde Farugia, quienes lo bautizaron con cinco nombres, siguiendo las costumbres italianas.
Hagamos un trato - Mario Benedetti
martes, 14 de agosto de 2018
Los motivos del lobo - Rubén Darío, nicaragüense
El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios Eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración
que era: Padre Nuestro que estás en los cielos...
Los motivos del lobo.
El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal;
el lobo de Gubbia, el terrible lobo,
rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió,
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verlo se lanzó feroz
contra él, Francisco con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: -¡paz hermano
lobo! El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: ¡está bien hermano Francisco!
¡Cómo! -exclamó el santo- ¿es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
Y el gran lobo, humilde: -¡es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer, y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo, y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor,
y no era por hambre que iban a cazar.
Francisco responde: en el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
-Está bien, hermano Francisco de Asís.
-Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a la vez alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.
Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: -He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya su enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios. -¡Así sea!
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.
Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmo oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a su montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintióse el terror, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.
Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos lo buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.
Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña a buscar
al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
-En nombre del Padre del sacro universo
conjúrote -dijo-, ¡oh, lobo perverso!
A que me respondas ¿por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.
Como en sorda lucha habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
-Hermano Francisco, no te acerques mucho...
yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la envidia, la saña, la ira,
y en todos los ojos ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y de mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender, y a me alimentar.
Como el lobo hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.
El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios Eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración
que era: Padre Nuestro que estás en los cielos...
1913
Hermano lobo.
¿Por qué te volviste lobo? Tal vez no te amé bastante.
¿Por qué te volviste lobo? Tal vez no te supe amar. (Estribillo)
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
¿Por qué nos odias tanto? Tal vez yo te odié primero.
¿Por qué nos acosas fiero? Tal vez te enseñé a acosar.
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
¿Por qué vives en tinieblas? Tal vez te negué mi lumbre,
y toda tu pesadumbre nació de mi crueldad.
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
Hoy vengo a llamarte hermano y darte la paz y el bien.
Hoy vengo a llamarte hermano y juntos volver a amar.
Los hombres a veces somos
más fieros que el lobo fiero,
hoy darte mi mano quiero
y abrirte por fin mi hogar. (2)
Hoy darte mi mano al cielo
y abrirte por fin mi hogar.
Letra y música: Cesáreo Gabaraín
Hermano lobo - Cesáreo Gabaraín
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios Eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración
que era: Padre Nuestro que estás en los cielos...
Los motivos del lobo.
El varón que tiene corazón de lis,
alma de querube, lengua celestial,
el mínimo y dulce Francisco de Asís,
está con un rudo y torvo animal,
bestia temerosa, de sangre y de robo,
las fauces de furia, los ojos de mal;
el lobo de Gubbia, el terrible lobo,
rabioso, ha asolado los alrededores;
cruel ha deshecho todos los rebaños;
devoró corderos, devoró pastores,
y son incontables sus muertes y daños.
Fuertes cazadores armados de hierros
fueron destrozados. Los duros colmillos
dieron cuenta de los más bravos perros,
como de cabritos y de corderillos.
Francisco salió,
al lobo buscó
en su madriguera.
Cerca de la cueva encontró a la fiera
enorme, que al verlo se lanzó feroz
contra él, Francisco con su dulce voz,
alzando la mano,
al lobo furioso dijo: -¡paz hermano
lobo! El animal
contempló al varón de tosco sayal;
dejó su aire arisco,
cerró las abiertas fauces agresivas,
y dijo: ¡está bien hermano Francisco!
¡Cómo! -exclamó el santo- ¿es ley que tú vivas
de horror y de muerte?
¿La sangre que vierte
tu hocico diabólico, el duelo y espanto
que esparces, el llanto
de los campesinos, el grito, el dolor
de tanta criatura de Nuestro Señor,
no han de contener tu encono infernal?
¿Vienes del infierno?
Te ha infundido acaso su rencor eterno
Luzbel o Belial?
Y el gran lobo, humilde: -¡es duro el invierno,
y es horrible el hambre! En el bosque helado
no hallé qué comer, y busqué el ganado,
y en veces comí ganado y pastor.
¿La sangre? Yo vi más de un cazador
sobre su caballo, llevando el azor
al puño; o correr tras el jabalí,
el oso o el ciervo, y a más de uno vi
mancharse de sangre, herir, torturar,
de las roncas trompas al sordo clamor,
a los animales de Nuestro Señor,
y no era por hambre que iban a cazar.
Francisco responde: en el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace viene con pecado. Es triste.
Mas el alma simple de la bestia es pura.
Tú vas a tener desde hoy qué comer.
Dejarás en paz
rebaños y gente en este país.
¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
-Está bien, hermano Francisco de Asís.
-Ante el Señor, que todo ata y desata,
en fe de promesa tiéndeme la pata.
El lobo tendió la pata al hermano
de Asís, que a la vez alargó la mano.
Fueron a la aldea. La gente veía
y lo que miraba casi no creía.
Tras el religioso iba el lobo fiero,
y, baja la testa, quieto le seguía
como un can de casa, o como un cordero.
Francisco llamó la gente a la plaza
y allí predicó.
Y dijo: -He aquí una amable caza.
El hermano lobo se viene conmigo;
me juró no ser ya su enemigo,
y no repetir su ataque sangriento.
Vosotros, en cambio, daréis su alimento
a la pobre bestia de Dios. -¡Así sea!
contestó la gente toda de la aldea.
Y luego, en señal
de contentamiento,
movió testa y cola el buen animal,
y entró con Francisco de Asís al convento.
Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
en el santo asilo.
Sus bastas orejas los salmo oían
y los claros ojos se le humedecían.
Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
cuando a la cocina iba con los legos.
Y cuando Francisco su oración hacía,
el lobo las pobres sandalias lamía.
Salía a la calle,
iba por el monte, descendía al valle,
entraba en las casas y le daban algo
de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
desapareció, tornó a su montaña,
y recomenzaron su aullido y su saña.
Otra vez sintióse el terror, la alarma,
entre los vecinos y entre los pastores;
colmaba el espanto los alrededores,
de nada servían el valor y el arma,
pues la bestia fiera
no dio treguas a su furor jamás,
como si tuviera
fuegos de Moloch y de Satanás.
Cuando volvió al pueblo el divino santo,
todos lo buscaron con quejas y llanto,
y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían y perdían tanto
por aquel infame lobo del demonio.
Francisco de Asís se puso severo.
Se fue a la montaña a buscar
al falso lobo carnicero.
Y junto a su cueva halló a la alimaña.
-En nombre del Padre del sacro universo
conjúrote -dijo-, ¡oh, lobo perverso!
A que me respondas ¿por qué has vuelto al mal?
Contesta. Te escucho.
Como en sorda lucha habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
-Hermano Francisco, no te acerques mucho...
yo estaba tranquilo allá en el convento;
al pueblo salía,
y si algo me daban estaba contento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaban la envidia, la saña, la ira,
y en todos los ojos ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y de mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos,
hembra y macho eran como perro y perra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusanos.
Y así, me apalearon y me echaron fuera.
Y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente;
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender, y a me alimentar.
Como el lobo hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad.
El santo de Asís no le dijo nada.
Le miró con una profunda mirada,
y partió con lágrimas y con desconsuelos,
y habló al Dios Eterno con su corazón.
El viento del bosque llevó su oración
que era: Padre Nuestro que estás en los cielos...
1913
Hermano lobo.
¿Por qué te volviste lobo? Tal vez no te amé bastante.
¿Por qué te volviste lobo? Tal vez no te supe amar. (Estribillo)
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
¿Por qué nos odias tanto? Tal vez yo te odié primero.
¿Por qué nos acosas fiero? Tal vez te enseñé a acosar.
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
¿Por qué vives en tinieblas? Tal vez te negué mi lumbre,
y toda tu pesadumbre nació de mi crueldad.
¿Por qué con rencor me afrentas
y quieres morder mi mano?
Tal vez yo no fui tu hermano
y nunca te abrí mi hogar. (2)
Hoy vengo a llamarte hermano y darte la paz y el bien.
Hoy vengo a llamarte hermano y juntos volver a amar.
Los hombres a veces somos
más fieros que el lobo fiero,
hoy darte mi mano quiero
y abrirte por fin mi hogar. (2)
Hoy darte mi mano al cielo
y abrirte por fin mi hogar.
Letra y música: Cesáreo Gabaraín
Hermano lobo - Cesáreo Gabaraín
jueves, 9 de agosto de 2018
Nocturno - Manuel Acuña
Comprendo que tus besos jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos, te quiero mucho más.
- . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . - . -
Manuel Acuña Narro nace en Saltillo, Coahuila, México, el 27 de agosto de 1849 y se suicida en la ciudad de México el 6 de diciembre de 1873.
Rumores de la época decían que se enamoró de Rosario de la Peña, pero ella era casada y eso fue la causa para que se envenenara con cianuro de potasio, muriendo en su habitación de la Escuela de Medicina.
Otros dicen que con quien sostuvo una relación fue con la poetisa Laura Méndez de Cuenca.
Sus restos fueron inicialmente depositados en el Cementerio de Campo Florido, posteriormente trasladados a Saltillo en 1917 y yacen en la Rotonda de los Coahuilenses Ilustres, del panteón de Santiago.
José Martí, el poeta, pensador y político cubano, escribió sobre él en 1876: "¡Lo hubiera querido tanto si hubiese él vivido!... Hoy lamento su muerte; no escribo su vida; hoy leo su Nocturno a Rosario, página última de su existencia verdadera, y lloro sobre él y no leo nada. Se rompió aquella alma cuando en aquel quejido de dolor".
A Rosario...
¡Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro,
decirte que te quiero con todo el corazón;
que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto, y al grito que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre de mi última ilusión.
Yo quiero que tú sepas que hace ya muchos días
estoy enfermo y pálido de tanto no dormir;
que ya se han muerto todas las esperanzas mías,
que est´n mis noches negras, tan negras y sombrías,
que ya no sé ni dónde se alzaba el porvenir.
De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero mi espíritu volver;
camino mucho, mucho, y al fin de la jornada,
las formas de mi madre se pierden en la nada,
y tú de nuevo vuelves en mi alma a aparecer.
Comprendo que tus besos jamás han de ser míos,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jamás;
y te amo, y en mis locos y ardientes desvaríos,
bendigo tus desdenes, adoro tus desvíos,
y en vez de amarte menos, te quiero mucho más.
A veces pienso en darte mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos y huír de esta pasión;
mas si es en vano todo y el alma no te olvida,
¿qué quieres tú que yo haga, pedazo de mi vida,
qué quieres tú que yo haga con este corazón?
Y luego que ya estaba concluído tu santuario,
tu lámpara encendida, tu velo en el altar;
el sol de la mañana detrás del campanario,
chispeando las antorchas, humeando el incensario,
y abierta, allá a lo lejos, la puerta del hogar.
¡Qué hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre y amándonos los dos:
tú siempre enamorada, yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma, los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros, mi madre como un dios?
¡Figúrate qué hermosas las horas de esa vida!
¡Qué dulce y bello el viaje por una tierra así!
Y yo soñaba en eso mi santa prometida;
y al delirar en eso con ansia estremecida,
pensaba yo en ser bueno por ti, nomás por ti.
Bien sabe Dios que ese era mi más hermoso sueño,
mi afán y mi esperanza, mi dicha y mi placer;
¡bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empeño,
sino en amarte mucho bajo el hogar risueño
que me envolvió en sus besos cuando me vio nacer!
Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo que existe entre los dos,
¡adiós por la vez última, amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores;
mi lira de poeta, mi juventud, adiós!
lunes, 6 de agosto de 2018
15 poemas prohibidos, para amantes - Paco Stanley
Los amigos se lastiman con la verdad,
para no herirse con la mentira.
(Refrán popular.)
- . - . - . - . - . - . -
00:00 El amante
04:27 Amigos por tanto tiempo
07:03 Poema 20 - Pablo Neruda
10:40 La despedida - Paul Geraldy
13:05 Decir adiós
14:38 Con que entonces, adiós
20:20 Ni rencores, ni perdón
23:25 Quiero ser en tu vida
25:15 Te pude haber amado
26:39 Tiré tu cariño al río
29:30 Gracias a ti
31:09 La profecía
37:58 Cuando estemos viejos
40:03 Y dices que no te quiero
43:00 A las mujeres que yo amé
miércoles, 1 de agosto de 2018
Una plática con Jesús
Los amigos se lastiman con la verdad,
para no herirse con la mentira.
(Refrán popular.)
Las huellas en la arena - Autor anónimo
I will sing, you will sing - Artistas varios
Se busca - Jose Luis Rodríguez
Cómo no creer en Dios - Alberto Cortez
El Hombre - Roberto Carlos
Himno de la alegría - Miguel Ríos
Las huellas en la arena - Autor anónimo
I will sing, you will sing - Artistas varios
Se busca - Jose Luis Rodríguez
Cómo no creer en Dios - Alberto Cortez
El Hombre - Roberto Carlos
Himno de la alegría - Miguel Ríos
sábado, 28 de julio de 2018
Bohemio
Los amigos se lastiman con la verdad,
para no herirse con la mentira.
(Refrán popular.)
Bohemia, como nombre o definición de un grupo o movimiento cultural (o subcultural) aparece en el siglo XIX en la obra del romántico Henri Muger "Scénes de la vie de bohéme (1847-1849) una especie de novela-ensayo o ficción biográfica, que sirvió de pauta e inspiración a grandes obras posteriores en diversos campos del arte. Así, por ejemplo, la opera La bohéme de Giacomo Puccini o incluso la Louise de Gustave Charpentier y La Carmen de Georges Biset. Se considera a la ciudad de París como escenario original del fenómeno socio-literario

Bohemio o poeta de
Montmartre retrato de
Erik Satie junto al parisino
Moulin de la galette en
Montmartre pintado por
Ramón Casas hacia 1891.
El brindis del bohemio.
En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.
Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.
El humo de olorosos cigarrillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al revolverse en nada
la vida de los sueños.
Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y repartidas en la mesa
copas pletóricas de ron, whisky o ajenjo.
Era curioso ver aquel conjunto
de aquel grupo bohemio,
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que melosa y delicada
la música de un verso.
A cada nueva libación las penas
hallábanse más lejos del grupo,
y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.
Olvidaba decir que aquella noche
aquel grupo bohemio celebraba
entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica
del ¡feliz año nuevo!
Una voz varonil dijo de pronto:
¡las doce compañeros!
digamos el requiescat por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
Brindemos por el año que comienza,
porque nos traiga ensueños,
porque no sea su equipaje
un cúmulo de amargos desconsuelos.
Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que a la vida nos lanza
de vencer los rigores del destino;
por la esperanza, nuestra dulce amiga
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.
Brindo porque ya hubiese a mi existencia
puesto fin con violencia,
esgrimiendo en mi frente la venganza;
si en mi cielo de tul, limpio y divino
no existiera mi sino
una pálida estrella: mi esperanza.
--¡Bravo! Dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y sustancioso
El turno es de Raúl, alce su copa
y brinde por... Europa,
ya que su extranjerismo es delicioso.
--Bebo y brindo, clamó el interpelado,
brindo por mi pasado
que fue de lu, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía.
Brindo por el ayer, que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.
--Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina y seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.
Brindo porque mis versos cual saetas
lleguen hasta las grietas
formadas de metal y de granito
del corazón de la mujer ingrata
que a desdenes me mata,
pero que tiene un cuerpo muy bonito.
Porque a su corazón llegue mi canto,
porque enjuguen mi llanto,
sus manos que me causan embelesos,
porque con creces mi pasión me pague,
¡vamos! Porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.
Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente
hubo ovación creciente
y libaciones y reír y todo.
Se brindó por la patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer... la cortesana.
Sólo faltaba un brindis: el de Arturo,
el del bohemio puro
de noble corazón y gran cabeza,
aquel que sin ambages declaraba
que sólo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza.
Por todos estrechado alzó la copa,
frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento,
los inundó en la luz de su mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así con inspirado acento:
--Brindo por la mujer, mas no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer, desventurados...
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.
Yo no brindo por ella, compañeros,
y siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos,
y me envolvió en sus besos,
por la mujer que me arrulló en la cuna.
Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero,
por la mujer que me arrulló en sus brazos,
y me entregó en pedazos,
uo por uno el corazón entero.
¡Por mi madre, bohemios! por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.
Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dio vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía
y lloró de alegría
sintiendo mi cabeza en su corpiño.
Por esa brindo yo, dejad que llore
y en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina,
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.
Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi madre bohemios, que es dulzura
vertida en amargura,
y en esta noche de mi vida: ¡estrella!
El bohemio calló, ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba intensamente
un poema de amor y de amargura.
El Paso, Texas, 1915
Guillermo Aguirre y Fierro.
Bohemio de afición - Vicente Fernández El brindis del bohemio - Paco Stanley
Bohemia, como nombre o definición de un grupo o movimiento cultural (o subcultural) aparece en el siglo XIX en la obra del romántico Henri Muger "Scénes de la vie de bohéme (1847-1849) una especie de novela-ensayo o ficción biográfica, que sirvió de pauta e inspiración a grandes obras posteriores en diversos campos del arte. Así, por ejemplo, la opera La bohéme de Giacomo Puccini o incluso la Louise de Gustave Charpentier y La Carmen de Georges Biset. Se considera a la ciudad de París como escenario original del fenómeno socio-literario

Bohemio o poeta de
Montmartre retrato de
Erik Satie junto al parisino
Moulin de la galette en
Montmartre pintado por
Ramón Casas hacia 1891.
El brindis del bohemio.
En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.
Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.
El humo de olorosos cigarrillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al revolverse en nada
la vida de los sueños.
Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y repartidas en la mesa
copas pletóricas de ron, whisky o ajenjo.
Era curioso ver aquel conjunto
de aquel grupo bohemio,
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que melosa y delicada
la música de un verso.
A cada nueva libación las penas
hallábanse más lejos del grupo,
y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.
Olvidaba decir que aquella noche
aquel grupo bohemio celebraba
entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica
del ¡feliz año nuevo!
Una voz varonil dijo de pronto:
¡las doce compañeros!
digamos el requiescat por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
Brindemos por el año que comienza,
porque nos traiga ensueños,
porque no sea su equipaje
un cúmulo de amargos desconsuelos.
Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que a la vida nos lanza
de vencer los rigores del destino;
por la esperanza, nuestra dulce amiga
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.
Brindo porque ya hubiese a mi existencia
puesto fin con violencia,
esgrimiendo en mi frente la venganza;
si en mi cielo de tul, limpio y divino
no existiera mi sino
una pálida estrella: mi esperanza.
--¡Bravo! Dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y sustancioso
El turno es de Raúl, alce su copa
y brinde por... Europa,
ya que su extranjerismo es delicioso.
--Bebo y brindo, clamó el interpelado,
brindo por mi pasado
que fue de lu, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía.
Brindo por el ayer, que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.
--Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina y seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.
Brindo porque mis versos cual saetas
lleguen hasta las grietas
formadas de metal y de granito
del corazón de la mujer ingrata
que a desdenes me mata,
pero que tiene un cuerpo muy bonito.
Porque a su corazón llegue mi canto,
porque enjuguen mi llanto,
sus manos que me causan embelesos,
porque con creces mi pasión me pague,
¡vamos! Porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.
Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente
hubo ovación creciente
y libaciones y reír y todo.
Se brindó por la patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer... la cortesana.
Sólo faltaba un brindis: el de Arturo,
el del bohemio puro
de noble corazón y gran cabeza,
aquel que sin ambages declaraba
que sólo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza.
Por todos estrechado alzó la copa,
frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento,
los inundó en la luz de su mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así con inspirado acento:
--Brindo por la mujer, mas no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer, desventurados...
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.
Yo no brindo por ella, compañeros,
y siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos,
y me envolvió en sus besos,
por la mujer que me arrulló en la cuna.
Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero,
por la mujer que me arrulló en sus brazos,
y me entregó en pedazos,
uo por uno el corazón entero.
¡Por mi madre, bohemios! por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.
Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dio vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía
y lloró de alegría
sintiendo mi cabeza en su corpiño.
Por esa brindo yo, dejad que llore
y en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina,
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.
Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi madre bohemios, que es dulzura
vertida en amargura,
y en esta noche de mi vida: ¡estrella!
El bohemio calló, ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba intensamente
un poema de amor y de amargura.
El Paso, Texas, 1915
Guillermo Aguirre y Fierro.
Bohemio de afición - Vicente Fernández El brindis del bohemio - Paco Stanley
viernes, 27 de julio de 2018
Mensajes motivacionales.
Los amigos se lastiman con la verdad,
para no herirse con la mentira.
(Refrán popular.)
Un mensaje a García - Elbert Hubbard
El jarrón azul - Peter B. Kyne
Los consejos del águila
El rinoceronte - Scott Alexander
Un mensaje a García - Elbert Hubbard
El jarrón azul - Peter B. Kyne
Los consejos del águila
El rinoceronte - Scott Alexander
Poetisas
No te acerques a mí, hombre que haces al mundo
déjame, no es necesario que me mates.
Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren
de algo peor que vergüenza.
Yo muero de mirarte y no entender.
Rosario Castellanos en Agonía fuera del muro.
Rosario Castellanos.
Nació en la ciudad de México el 25 de mayo de 1925. Vivió su infancia y adolescencia en Comitán, Chiapas. Falleció en Tel Aviv el 7 de agosto de 1974.
Lo cotidiano.
Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
que se atraviesan con jadeo y asfixia;
las paredes sin ojos, el hueco que resuena
de alguna voz oculta y sin sentido.
Para el amor o hay tregua, amor, la noche
se vuelve de pronto respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la ley suelta su garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
el sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.
Sor Juana Inés de la Cruz.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, nació el 12 de noviembre de 1651 en San Miguel de Nepantla, Amecameca. Fue hija de padre vasco y madre mexicana.
Atendiendo a sus hermanas enfermas de fiebre, en el claustro, se contagió y murió el 17 de abril de 1695
Redondillas.
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y le tiene luego miedo.
Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida Tháis
y en la posesión Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo
él mismo empaña el espejo
y siente que no está claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos si os tratan mal
burlándoos si os tratan bien.
Opinión ninguna gana
pues la que más se recata,
si no os admite es ingrata
y si os admite es liviana.
Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?
¿Si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
¿O cuál es de más culpar
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cal las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien, con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Gabriela Mistral.
Lucía Godoy, mejor conocida como Gabriela Mistral, nació en Vicuña, Chile, en 1889 y muere el 10 de enero de 1957 en Nueva York, siendo Cónsul de su país.
En 1945 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Balada.
Él pasó con otr;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
Él besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
Él irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces
(Dios quiere callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!
Amar sin ser amado - Jose Luis Rodríguez
déjame, no es necesario que me mates.
Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren
de algo peor que vergüenza.
Yo muero de mirarte y no entender.
Rosario Castellanos en Agonía fuera del muro.
Rosario Castellanos.
Nació en la ciudad de México el 25 de mayo de 1925. Vivió su infancia y adolescencia en Comitán, Chiapas. Falleció en Tel Aviv el 7 de agosto de 1974.
Lo cotidiano.
Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
que se atraviesan con jadeo y asfixia;
las paredes sin ojos, el hueco que resuena
de alguna voz oculta y sin sentido.
Para el amor o hay tregua, amor, la noche
se vuelve de pronto respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la ley suelta su garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
el sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.
Sor Juana Inés de la Cruz.
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, nació el 12 de noviembre de 1651 en San Miguel de Nepantla, Amecameca. Fue hija de padre vasco y madre mexicana.
Atendiendo a sus hermanas enfermas de fiebre, en el claustro, se contagió y murió el 17 de abril de 1695
Redondillas.
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.
Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y le tiene luego miedo.
Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida Tháis
y en la posesión Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo
él mismo empaña el espejo
y siente que no está claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos si os tratan mal
burlándoos si os tratan bien.
Opinión ninguna gana
pues la que más se recata,
si no os admite es ingrata
y si os admite es liviana.
Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?
¿Si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?
¿O cuál es de más culpar
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cal las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien, con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Gabriela Mistral.
Lucía Godoy, mejor conocida como Gabriela Mistral, nació en Vicuña, Chile, en 1889 y muere el 10 de enero de 1957 en Nueva York, siendo Cónsul de su país.
En 1945 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Balada.
Él pasó con otr;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
Él besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
Él irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces
(Dios quiere callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!
Amar sin ser amado - Jose Luis Rodríguez
jueves, 26 de julio de 2018
Poemas del alma - Blog de poetas para poetas
Esta página está pensada para disfrutar un poema de cada uno de mis amigos del portal al que tanto debo, un humilde tributo a cada uno de ellos.
Están ordenados por seudónimo o nombre, alfabéticamente.
Somos 78 almas al jueves 26 de julio de 2018 y entre ellas están mis amores platónicos, mi madrina La negra Rodríguez, mi padrino Caballero Águila, mi gemela Violeta, mi hermana Rocío V-P., mi hermano Jorge Luis Otero Hernández y, lógico, mi mamá Felina. Toda la familia, a Dios gracias.
Abuelo1990 - Versos
Agustinfranco - Versos o besos
Amalia Lateano - Invocación
Amaneceres abruptos - Al final de los días
Amín Nouehied - El hombre muerto que camina
Ana María Delgado - Sensaciones
Aznerol - Tristeza..........
Betty727 - Quiero regalarte
BlackButterfly - Jueves 7 de junio
Blancalina67 - Añoranzas
Caballero Águila - ***** Solo SEXO *****
Carlos Dguez - Rimas
Carlos Palas - Cobarde
Cerridwen - Simplemente..... ¡Te amo!
Chitto_Cat - Latidos
Cienaga - Confusión
Delicada Abril - Entre pétalos
Díaz Valero Alejandro José - Mi viejo libro
Efraindenoriega - Llanto y tristeza
El hombre de la rosa - ¡¡La muerte por amor!!!
Elba Lucia Vizio - Ven a mi casa esta navidad
Elo - Y fuiste mi dueño
Esthelarez - aDiÓs, AmOr QuE nUnCa FuIsTe…
Felina - Lo vi volverse llamarada
Gitana Dulce - San Valentín
Gotitha de miel (Yoki) Bar literario - Por favor, no recuerdes...
Graciela Dantés - Bailan las letras
Guerrero - Lo que tengo te doy (Leer con la Biblia a la mano)
Hazlo brillar - Volviste
Ingrid zetterberg de Espinoza - Tu sacrificio fue por amor
Isabella Eye Gren - De tus ojos (reeditado)
Ismaelikken - Tarde
J.J. López - Solo
Jennifer Couret (Alma Indomable) - Esencia de amor
Jorge Luis Otero Hernández - Mis letras
Jose Luis Calderón - Olvido de cartón (Soneto Spensoriano)
Kalita_007 - ♣♣En tu ausencia♣♣
Kitty - Velas al viento
La negra Rodríguez - A unos ojos
Leodiego Senella - Última carta a mi verdadero amor
León Kolmnela - En el paso de los años
Libra *M* - Con aroma a café
Ligia Lo. Unicornio - Melancolía
Linda Abdul Baki - Me han atrapado
Lotus Flower - Confidencia
Lucecitta - Cogito ergo sum
Lucero Moscoso - Razones
Luis Cortés 884 - Extrañarte siempre, anhelar tenerte
Luis Eduardo Reyes Púa - Temores
María Isabel Velásquez - ***Sensaciones encadenadas***
Mayra García Silva - Por tu vida
Mortaliss - No conocía el mar
Nathali1234 - Los poemas
Poesía romántica - Presa en mi soledad
Poeta del mar - Mi cielo
Poeta Gris - Qué nos pasó
Radio Piano Bar - Amigos
Rafael Parra Barrios - Todos tenemos derecho a la defensa...
Reghino Piguave - Nada
Robert Goodrich - Ya no somos los mismos
Robi - Tus ojos
Rocío V-P. - Hoy, a ti
Roczi Carrasco - Silencios
Saly Rosa - °°°DESEO INSACIABLE°°°
Sara Tancredi - Por qué?
Sasi12 - Que ganas tengo!!!...
Sayuri - Duele
Silvia Abalo - Amantes
Stella Cristina - Solamente tú
Suroler - Deseo
The artist - Un sueño
Tu poeta romántica - Soñé que te hacía el amor
Valerie Camacho - Ordalía sexual
Verónica1982 - Miedo
Violeta - Si me preguntan... respondería
Wendicita - Te quiero!
Wosbely Cristian Fabián - El amor quiere ser...
Yaxure - Como yo te amé
Zahady - Otra vez... ¡qué vergüenza esta nena!
Zazhbel - Memorias del dolor
Están ordenados por seudónimo o nombre, alfabéticamente.
Somos 78 almas al jueves 26 de julio de 2018 y entre ellas están mis amores platónicos, mi madrina La negra Rodríguez, mi padrino Caballero Águila, mi gemela Violeta, mi hermana Rocío V-P., mi hermano Jorge Luis Otero Hernández y, lógico, mi mamá Felina. Toda la familia, a Dios gracias.
Abuelo1990 - Versos
Agustinfranco - Versos o besos
Amalia Lateano - Invocación
Amaneceres abruptos - Al final de los días
Amín Nouehied - El hombre muerto que camina
Ana María Delgado - Sensaciones
Aznerol - Tristeza..........
Betty727 - Quiero regalarte
BlackButterfly - Jueves 7 de junio
Blancalina67 - Añoranzas
Caballero Águila - ***** Solo SEXO *****
Carlos Dguez - Rimas
Carlos Palas - Cobarde
Cerridwen - Simplemente..... ¡Te amo!
Chitto_Cat - Latidos
Cienaga - Confusión
Delicada Abril - Entre pétalos
Díaz Valero Alejandro José - Mi viejo libro
Efraindenoriega - Llanto y tristeza
El hombre de la rosa - ¡¡La muerte por amor!!!
Elba Lucia Vizio - Ven a mi casa esta navidad
Elo - Y fuiste mi dueño
Esthelarez - aDiÓs, AmOr QuE nUnCa FuIsTe…
Felina - Lo vi volverse llamarada
Gitana Dulce - San Valentín
Gotitha de miel (Yoki) Bar literario - Por favor, no recuerdes...
Graciela Dantés - Bailan las letras
Guerrero - Lo que tengo te doy (Leer con la Biblia a la mano)
Hazlo brillar - Volviste
Ingrid zetterberg de Espinoza - Tu sacrificio fue por amor
Isabella Eye Gren - De tus ojos (reeditado)
Ismaelikken - Tarde
J.J. López - Solo
Jennifer Couret (Alma Indomable) - Esencia de amor
Jorge Luis Otero Hernández - Mis letras
Jose Luis Calderón - Olvido de cartón (Soneto Spensoriano)
Kalita_007 - ♣♣En tu ausencia♣♣
Kitty - Velas al viento
La negra Rodríguez - A unos ojos
Leodiego Senella - Última carta a mi verdadero amor
León Kolmnela - En el paso de los años
Libra *M* - Con aroma a café
Ligia Lo. Unicornio - Melancolía
Linda Abdul Baki - Me han atrapado
Lotus Flower - Confidencia
Lucecitta - Cogito ergo sum
Lucero Moscoso - Razones
Luis Cortés 884 - Extrañarte siempre, anhelar tenerte
Luis Eduardo Reyes Púa - Temores
María Isabel Velásquez - ***Sensaciones encadenadas***
Mayra García Silva - Por tu vida
Mortaliss - No conocía el mar
Nathali1234 - Los poemas
Poesía romántica - Presa en mi soledad
Poeta del mar - Mi cielo
Poeta Gris - Qué nos pasó
Radio Piano Bar - Amigos
Rafael Parra Barrios - Todos tenemos derecho a la defensa...
Reghino Piguave - Nada
Robert Goodrich - Ya no somos los mismos
Robi - Tus ojos
Rocío V-P. - Hoy, a ti
Roczi Carrasco - Silencios
Saly Rosa - °°°DESEO INSACIABLE°°°
Sara Tancredi - Por qué?
Sasi12 - Que ganas tengo!!!...
Sayuri - Duele
Silvia Abalo - Amantes
Stella Cristina - Solamente tú
Suroler - Deseo
The artist - Un sueño
Tu poeta romántica - Soñé que te hacía el amor
Valerie Camacho - Ordalía sexual
Verónica1982 - Miedo
Violeta - Si me preguntan... respondería
Wendicita - Te quiero!
Wosbely Cristian Fabián - El amor quiere ser...
Yaxure - Como yo te amé
Zahady - Otra vez... ¡qué vergüenza esta nena!
Zazhbel - Memorias del dolor
viernes, 20 de julio de 2018
15 poemas prohibidos, para amantes - Paco Stanley
Los amigos se lastiman con la verdad, para no herirse con la mentira (Refrán popular)
15 poemas prohibidos, para amantes - Paco Stanley
01.- El amante 02.- Amigos por tanto tiempo
03.- Poema 20 04.- Poema de la despedida
05.- La sed insaciable 06.- La despedida
07.- Ni rencores ni perdón 08.- Quiero ser en tu vida
09.- Te pude haber amado 10.- Tiré tu cariño al río
11.- Gracias a ti 12.- La profecía
13.- Cuando estemos viejos 14.- Y dices que no te quiero
15.- A las mujeres que yo amé
15 poemas prohibidos, para amantes - Paco Stanley
01.- El amante 02.- Amigos por tanto tiempo
03.- Poema 20 04.- Poema de la despedida
05.- La sed insaciable 06.- La despedida
07.- Ni rencores ni perdón 08.- Quiero ser en tu vida
09.- Te pude haber amado 10.- Tiré tu cariño al río
11.- Gracias a ti 12.- La profecía
13.- Cuando estemos viejos 14.- Y dices que no te quiero
15.- A las mujeres que yo amé
jueves, 19 de julio de 2018
Algo sobre la muerte del Mayor Sabines - Jaime Sabines.
¿Qué putas puedo hacer, Tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario, ni rebelde?
Jaime Sabines en ¡¿Qué putas puedo?
PRIMERA PARTE
I
Déjame reposar,
aflojar los músculos del corazón
y poner a dormitar el alma
para poder hablar,
para poder recordar estos días,
los más largos del tiempo.
Convalecemos de la angustia apenas
y estamos débiles, asustadizos
despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño,
para verte en la noche y saber que respiras.
Necesitamos despertar para estar más despiertos
en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.
Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,
por eso es que este hachazo nos sacude.
Nunca frente a tu muerte nos paramos
a pensar en la muerte,
ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la alegría.
No lo sabemos bien, pero de pronto llega
un incesante aviso,
una escapada espada de la boca de Dios
que cae y cae lentamente.
Y he aquí que temblamos de miedo,
que nos ahoga el llanto contenido,
que nos aprieta la garganta el miedo.
Nos echamos a andar y no paramos
de andar jamás, después de medianoche,
en ese pasillo del sanatorio, silencioso
donde hay una enfermera despierta de ángel.
Esperar que murieras era despacio,
estar goteando del tubo de la muerte,
morir poco, a pedazos.
No ha habido hora más larga que cuando no dormías,
ni túnel más espeso de horror y de miseria,
que el que llenaban tus lamentos,
tu pobre cuerpo herido.
II
Del mar, también del mar,
de la tela del mar que nos envuelve,
de los golpes del mar y de su boca,
de su vagina obscura,
de su vómito,
de su pureza tétrica y profunda,
vienen la muerte, Dios, el aguacero
golpeando las persianas,
la noche, el viento.
De la tierra también,
de las raíces agudas de las casas,
del pie desnudo y sangrante de los árboles,
de algunas rocas viejas que no pueden moverse,
de lamentables charcos, ataúdes del agua,
de troncos derribados en que ahora duerme el rayo,
y de la yerba, que es la sombra de las ramas del cielo,
viene Dios, el manco de cien manos,
ciego de tantos ojos,
dulcísimo, impotente.
(Omniausente, lleno de amor,
el viejo sordo, sin hijos,
derrama su corazón en la copa de su vientre.)
De los huesos también,
de la sal más entera de la sangre,
del ácido más fiel,
del alma más profunda y verdadera,
del alimento más entusiasmado,
del hígado y del llanto,
viene el oleaje tenso de la muerte,
el frío sudor de la esperanza,
y viene Dios riendo.
Caminan los libros a la hoguera.
Se levanta el telón: aparece el mar.
(Yo no soy el autor del mar.)
III
Siete caídas sufrió el elote de mi mano
antes de que mi mano lo encontrara,
siete veces mil veces he muerto
y estoy risueño como en el primer día.
Nadie dirá: no supo de la vida
más que los bueyes, ni menos que las golondrinas.
Yo siempre he sido el hombre, amigo fiel del perro,
hijo de Dios desmemoriado,
hermano del viento.
¡A la chingada las lágrimas!, dije,
y me puse a llorar
como se ponen a parir.
Estoy descalzo, me gusta pisar el agua y las piedras,
las mujeres, el tiempo,
me gusta pisar la yerba que caerá sobre mi tumba
(si es que tengo una tumba algún dia).
Me gusta mi rosal de cera
en el jardín que la noche visita.
Me gustan mis abuelos de Totomoste
y me gustan mis zapatos vacíos
esperándome como el día de mañana.
¡A la chingada la muerte!, dije,
sombra de mi sueño,
perversión de los ángeles,
y me entregué a morir
como una piedra al río,
como un disparo al vuelo de los pájaros.
IV
Vamos a hablar del Príncipe Cáncer,
señor de los pulmones, varón de la próstata
que se divierte arrojando dardos
a los ovarios tersos, a las vaginas mustias,
a las ingles multitudinarias.
Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer
en la raíz del cuello, sobre la subclavia,
tubérculo del bueno de Dios,
ampolleta de la buena muerte.
Y yo mando a la chingada a todos los soles del mundo.
El señor cáncer, el señor pendejo,
es sólo un instrumento en las manos obscuras
de los dulces personajes que hacen la vida.
En las cuatro gavetas del archivero de madera
guardo los nombres queridos,
la ropa de los fantasmas familiares,
las palabras que rondan y mis pieles sucesivas.
eTambién están los rostros de algunas mujeres
los ojos amados y solos
y el beso casto del coito.
Y de las gavetas salen mis hijos.
¡Bien haya la sombra del árbol
llegando a la tierra,
porque es la luz que llega!
V
De las nueve de la noche en adelante,
viendo televisión y conversando
estoy esperando la muerte de mi padre.
Desde hace tres meses, esperando.
En el trabajo y en la borrachera,
en la cama sin nadie y en el cuarto de niños,
en su dolor tan lleno y derramado,
su no dormir, su queja y su protesta,
en el tanque de oxígeno y las muelas
del día que amanece, buscando la esperanza.
Mirando su cadáver en los huesos
que es ahora mi padre,
e introduciendo agujas en las escasas venas,
tratando de meterle la vida, de soplarle
en la boca el aire...
(Me avergüenzo de mí hasta los pelos
por tratar de escribir estas cosas.
¡Maldito el que crea que esto es un poema!)
Quiero decir que no soy enfermero,
padrote de la muerte,
orador de panteones, alcahuete,
pinche de Dios, sacerdote de penas.
Quiero decir que a mí me sobra el aire...
VI
Te enterramos ayer.
Ayer te enterramos.
Te echamos tierra ayer.
Quedaste en la tierra ayer.
Estás rodeado de tierra desde ayer.
Arriba y abajo y a los lados
por tus pies y por tu cabeza
está la tierra desde ayer.
Perteneces a la tierra desde ayer.
Ayer te enterramos
en la tierra, ayer.
VII
Madre generosa
de todos los muertos,
madre tierra, madre,
vagina del frío,
brazos de intemperie,
regazo del viento,
nido de la noche,
madre de la muerte,
recógelo, abrígalo,
desnúdalo, tómalo,
guárdalo, acábalo.
VIII
No podrás morir.
Debajo de la tierra
no podrás morir.
Sin agua y sin aire
no podrás morir.
Sin azúcar, sin leche,
sin frijoles, sin carne,
sin harina, sin higos,
no podrás morir.
Sin mujer y sin hijos
no podrás morir.
Debajo de la vida
no podrás morir.
En tu tanque de tierra
no podrás morir.
En tu caja de muerto
no podrás morir.
En tus venas sin sangre
no podrás morir.
En tu pecho vacío
no podrás morir.
En tu boca sin fuego
no podrás morir.
En tus ojos sin nadie
no podrás morir.
En tu carne sin llanto
no podrás morir.
No podrás morir.
No podrás morir.
No podrás morir.
Enterramos tu traje,
tus zapatos, el cáncer,
no podrás morir.
Tu silencio enterramos.
Tu cuerpo con candados.
Tus canas finas,
tu dolor clausurado,
no podrás morir.
IX
Te fuiste no sé a dónde.
Te espera tu cuarto.
Mi mamá, Juan y Jorge
te estamos esperando.
Nos han dado abrazos
de condolencia, y recibimos
cartas, telegramas, noticias
de que te enterramos,
pero tu nieta más pequeña
te busca en el cuarto,
y todos, sin decirlo,
te estamos esperando.
X
Es un mal sueño largo,
una tonta película de espanto,
un túnel que no acaba
lleno de piedras y de charcos.
¡Qué tiempo éste, maldito,
que revuelve las horas y los años,
el sueño y la conciencia,
el ojo abierto y el morir despacio!
XI
Recién parido en el lecho de la muerte,
criatura de la paz, inmóvil, tierno,
recién niño del sol de rostro negro,
arrullado en la cuna del silencio,
mamando obscuridad, boca vacía,
ojo apagado, corazón desierto.
Pulmón sin aire, niño mío, viejo,
cielo enterrado y manantial aéreo
voy a volverme un llanto subterráneo
para echarte mis ojos en tu pecho.
XII
Morir es retirarse, hacerse a un lado,
ocultarse un momento, estarse quieto,
pasar el aire de una orilla a nado
y estar en todas partes en secreto.
Morir es olvidar, ser olvidado,
refugiarse desnudo en el discreto
calor de Dios, y en su cerrado
puño, crecer igual que un feto.
Morir es encenderse bocabajo
hacia el humo, y el hueso y la caliza
y hacerse tierra y tierra con trabajo.
Apagarse es morir, lento y aprisa
tomar la eternidad como a destajo
y repartir el alma en la ceniza.
XIII
Padre mío, Señor mío, Hermano mío,
amigo de mi alma, tierno y fuerte,
saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
saca tu cuerpo de la muerte.
Saca tu corazón igual que un río,
tu frente limpia en que aprendí a quererte,
tu brazo como un árbol en el frío
saca todo tu cuerpo de la muerte.
Amo tus canas, tu mentón austero,
tu boca firme y tu mirada abierta,
tu pecho vasto y sólido y certero.
Estoy llamando, tirándote la puerta.
Parece que yo soy el que me muero:
¡padre mío, despierta!
XIV
No se ha roto ese vaso en que bebiste,
ni la taza, ni el tubo, ni tu plato.
Ni se quemó la cama en que moriste,
ni sacrificamos un gato.
Te sobrevive todo. Todo existe
a pesar de tu muerte y de mi flato.
Parece que la vida nos embiste
igual que el cáncer sobre tu omóplato.
Te enterramos, te lloramos, te morimos,
te estás bien muerto y bien jodido y yermo
mientras pensamos en lo que no hicimos.
Y queremos tenerte aunque sea enfermo.
Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos
a no ser habitantes de tu infierno.
XV
Papá por treinta o por cuarenta años,
amigo de mi vida todo el tiempo,
protector de mi miedo, brazo mío,
palabra clara corazón resuelto,
te has muerto cuando menos falta hacías,
cuando más falta me haces, padre, abuelo,
hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,
pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.
Te has muerto y me has matado un poco.
Porque no estás, ya no estaremos nunca
completos, en un sitio, de algún modo.
Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
a empobrecerlo más, y a hacer a solas
tus gentes tristes y tu Dios contento.
XVI
(Noviembre 27)
¿Será posible que abras los ojos y nos veas ahora?
¿Podrás oírnos?
¿Podrás sacar tus manos un momento?
Estamos a tu lado, es nuestra fiesta,
tu cumpleaños, viejo.
Tu mujer y tus hijos, tus nueras y tus nietos
venimos a abrazarte todos, viejo.
¡Tienes que estar oyendo!
No vayas a llorar como nosotros
porque tu muerte es como un pretexto
para llorar por todos,
por los que están viviendo.
Una pared caída nos separa,
sólo el cuerpo de Dios, sólo su cuerpo.
XVII
Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo
que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza.
No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.
Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.
Eras, cuando caía, eras mi abismo,
cuando me levantaba, mi fortaleza.
Eras brisa y sudor y cataclismo,
y eras el pan caliente sobre la mesa.
Amputado de ti, a medias hecho
hombre o sombra de ti, sólo tu hijo,
desmantelada el ala, abierto el pecho.
ofrezco a tu dolor un crucifijo:
te doy un palo, una piedra, un helecho,
mis hijos y mis días, y me aflijo.
SEGUNDA PARTE.
I
Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos,
poco a poco te acabas.
Yo te he ido mirando a través de las noches
por encima del mármol, en tu pequeña casa.
Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas,
otro día sin garganta,
la piel sobre tu frente, agrietándose, hundiéndose,
tronchando obscuramente el trigal de tus canas.
Todo tú sumergido en humedad y gases
haciendo tus desechos, tu desorden, tu alma,
cada vez más igual tu carne que tu traje,
más madera tus huesos y más huesos las tablas.
Tierra mojada donde había tu boca,
aire podrido, luz aniquilada,
el silencio tendido a todo tu tamaño
germinando burbujas bajo las hojas de agua.
(Flores dominicales a dos metros arriba
te quieren pasar besos y no te pasan nada.
II
Mientras los niños crecen y las horas nos hablan
tú, subterráneamente, lentamente te apagas.
Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra,
veta de horror para el que te escarba.
¡Es tan fácil decirte "padre mío"
y es tan difícil encontrarte, larva
de Dios, semilla de esperanza!
Quiero llorar a veces, y no quiero
llorar porque me pasas
como un derrumbe, porque pasas
como un viento tremendo, como un escalofrío
debajo de las sábanas,
como un gusano lento a lo largo del alma.
Si sólo se pudiera decir: "papá, cebolla,
polvo, cansancio, nada, nada, nada."
¡Si con un trago te tragara!
¡Si con este dolor te apuñalara!
¡Si con este desvelo de memorias
-herida abierta, vómito de sangre-
te agarrara la cara!
Yo sé que ni tú ni yo,
ni un par de valvas,
ni un becerro de cobre, ni unas alas
sosteniendo la muerte, ni la espuma
en que naufraga el mar, ni -no- las playas,
la arena, la sumisa piedra con viento y agua,
ni el árbol que es abuelo de su sombra,
ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,
ni la fruta madura, incandescente,
ni la raíz de perlas y de escamas,
ni tío, ni tu chozno, ni tu hipo
ni mi locura, y ni tus espaldas,
sabrán del tiempo obscuro que nos corre
desde las venas tibias a las canas.
(Tiempo vacío, ampolla de vinagre,
caracol recordando la resaca.)
He aquí que todo viene, too pasa,
todo, todo se acaba.
¿Pero tú? ¿Pero yo? ¿Pero nosotros?
¿Para qué levantamos la palabra?
¿de qué sirvió el amor?
¿Cuál era la muralla
que detenía la muerte? ¿Dónde estaba
el niño negro de tu guarda?
Ángeles degollados puse al pie de tu caja,
y te eché encima tierra, piedras, lágrimas,
para que ya no salgas, para que no salgas.
III
Sigue el mundo su paso, rueda el tiempo
y van y vienen máscaras.
Amanece el dolor un día tras otro,
nos rodeamos de amigos y fantasmas,
parece a veces que un alambre estira
la sangre, que una flor estalla,
que el corazón da frutas, y el cansancio
canta.
Embrocados, bebiendo en la mujer y el trago,
apostando a crecer como las plantas,
fijos, inmóviles, girando,
en la invisible llama.
Y mientras tú, el fuerte, el generoso,
el limpio de mentiras y de infamias,
guerrero de la paz, juez de victorias
-cedro del Líbano, robledal de Chiapas-
te ocultas en la tierra, te remontas
a tu raíz obscura y desolada.
IV
Un año o dos o tres,
te da lo mismo.
¿Cuál reloj en la muerte? ¿Qué campana
incesante, silenciosa, llama y llama?
¿Qué subterránea voz no pronunciada?
¿Qué grito hundido, hundiéndose, infinito
de los dientes atrás, en la grganta
aérea, flotante, pare escamas?
¿Para esto vivir? ¿Para sentir prestados
los brazos y las piernas y la cara,
arrendados al hoyo, entretenidos
los jugos en la cáscara?
¿Para exprimir los ojos noche
a noche en el temblor obscuro de la cama,
remolino de quietas transparencias,
descendimiento de la náusea?
¿Para esto morir?
¿Para inventarel alma,
el vestido de Dios, la eternidad, el agua
del aguacero, de la muerte, la esperanza?
¿Morir para pescar?
¿Para atrapar con su red a la araña?
Estás sobre la playa de algodones
y tu marca de sombras sube y baja.
V
Mi madre sola, en su vejez hundida,
sin dolor y sin lástima,
herida de tu muerte y de tu vida.
Esto dejaste. Su pasión enhiesta
su celo firme, su labor sombría.
Árbol frutal a un paso de la leña,
su curvo sueño que te resucita.
Esto dejaste. Esto dejaste y no querías.
Pasó el viento. Quedaron de la casa
el pozo abierto y la raíz en ruinas.
Y es en vano llorar. Y si golpeas
las paredes de Dios, y si te arrancas
el pelo o la camisa,
nadie te oye jamás, nadie te mira.
No vuelve nadie, nada. No retorna
el polvo de oro de la vida.
El hombre que más te amó - Vicente Fernández
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario, ni rebelde?
Jaime Sabines en ¡¿Qué putas puedo?
PRIMERA PARTE
I
Déjame reposar,
aflojar los músculos del corazón
y poner a dormitar el alma
para poder hablar,
para poder recordar estos días,
los más largos del tiempo.
Convalecemos de la angustia apenas
y estamos débiles, asustadizos
despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño,
para verte en la noche y saber que respiras.
Necesitamos despertar para estar más despiertos
en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.
Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,
por eso es que este hachazo nos sacude.
Nunca frente a tu muerte nos paramos
a pensar en la muerte,
ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la alegría.
No lo sabemos bien, pero de pronto llega
un incesante aviso,
una escapada espada de la boca de Dios
que cae y cae lentamente.
Y he aquí que temblamos de miedo,
que nos ahoga el llanto contenido,
que nos aprieta la garganta el miedo.
Nos echamos a andar y no paramos
de andar jamás, después de medianoche,
en ese pasillo del sanatorio, silencioso
donde hay una enfermera despierta de ángel.
Esperar que murieras era despacio,
estar goteando del tubo de la muerte,
morir poco, a pedazos.
No ha habido hora más larga que cuando no dormías,
ni túnel más espeso de horror y de miseria,
que el que llenaban tus lamentos,
tu pobre cuerpo herido.
II
Del mar, también del mar,
de la tela del mar que nos envuelve,
de los golpes del mar y de su boca,
de su vagina obscura,
de su vómito,
de su pureza tétrica y profunda,
vienen la muerte, Dios, el aguacero
golpeando las persianas,
la noche, el viento.
De la tierra también,
de las raíces agudas de las casas,
del pie desnudo y sangrante de los árboles,
de algunas rocas viejas que no pueden moverse,
de lamentables charcos, ataúdes del agua,
de troncos derribados en que ahora duerme el rayo,
y de la yerba, que es la sombra de las ramas del cielo,
viene Dios, el manco de cien manos,
ciego de tantos ojos,
dulcísimo, impotente.
(Omniausente, lleno de amor,
el viejo sordo, sin hijos,
derrama su corazón en la copa de su vientre.)
De los huesos también,
de la sal más entera de la sangre,
del ácido más fiel,
del alma más profunda y verdadera,
del alimento más entusiasmado,
del hígado y del llanto,
viene el oleaje tenso de la muerte,
el frío sudor de la esperanza,
y viene Dios riendo.
Caminan los libros a la hoguera.
Se levanta el telón: aparece el mar.
(Yo no soy el autor del mar.)
III
Siete caídas sufrió el elote de mi mano
antes de que mi mano lo encontrara,
siete veces mil veces he muerto
y estoy risueño como en el primer día.
Nadie dirá: no supo de la vida
más que los bueyes, ni menos que las golondrinas.
Yo siempre he sido el hombre, amigo fiel del perro,
hijo de Dios desmemoriado,
hermano del viento.
¡A la chingada las lágrimas!, dije,
y me puse a llorar
como se ponen a parir.
Estoy descalzo, me gusta pisar el agua y las piedras,
las mujeres, el tiempo,
me gusta pisar la yerba que caerá sobre mi tumba
(si es que tengo una tumba algún dia).
Me gusta mi rosal de cera
en el jardín que la noche visita.
Me gustan mis abuelos de Totomoste
y me gustan mis zapatos vacíos
esperándome como el día de mañana.
¡A la chingada la muerte!, dije,
sombra de mi sueño,
perversión de los ángeles,
y me entregué a morir
como una piedra al río,
como un disparo al vuelo de los pájaros.
IV
Vamos a hablar del Príncipe Cáncer,
señor de los pulmones, varón de la próstata
que se divierte arrojando dardos
a los ovarios tersos, a las vaginas mustias,
a las ingles multitudinarias.
Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer
en la raíz del cuello, sobre la subclavia,
tubérculo del bueno de Dios,
ampolleta de la buena muerte.
Y yo mando a la chingada a todos los soles del mundo.
El señor cáncer, el señor pendejo,
es sólo un instrumento en las manos obscuras
de los dulces personajes que hacen la vida.
En las cuatro gavetas del archivero de madera
guardo los nombres queridos,
la ropa de los fantasmas familiares,
las palabras que rondan y mis pieles sucesivas.
eTambién están los rostros de algunas mujeres
los ojos amados y solos
y el beso casto del coito.
Y de las gavetas salen mis hijos.
¡Bien haya la sombra del árbol
llegando a la tierra,
porque es la luz que llega!
V
De las nueve de la noche en adelante,
viendo televisión y conversando
estoy esperando la muerte de mi padre.
Desde hace tres meses, esperando.
En el trabajo y en la borrachera,
en la cama sin nadie y en el cuarto de niños,
en su dolor tan lleno y derramado,
su no dormir, su queja y su protesta,
en el tanque de oxígeno y las muelas
del día que amanece, buscando la esperanza.
Mirando su cadáver en los huesos
que es ahora mi padre,
e introduciendo agujas en las escasas venas,
tratando de meterle la vida, de soplarle
en la boca el aire...
(Me avergüenzo de mí hasta los pelos
por tratar de escribir estas cosas.
¡Maldito el que crea que esto es un poema!)
Quiero decir que no soy enfermero,
padrote de la muerte,
orador de panteones, alcahuete,
pinche de Dios, sacerdote de penas.
Quiero decir que a mí me sobra el aire...
VI
Te enterramos ayer.
Ayer te enterramos.
Te echamos tierra ayer.
Quedaste en la tierra ayer.
Estás rodeado de tierra desde ayer.
Arriba y abajo y a los lados
por tus pies y por tu cabeza
está la tierra desde ayer.
Perteneces a la tierra desde ayer.
Ayer te enterramos
en la tierra, ayer.
VII
Madre generosa
de todos los muertos,
madre tierra, madre,
vagina del frío,
brazos de intemperie,
regazo del viento,
nido de la noche,
madre de la muerte,
recógelo, abrígalo,
desnúdalo, tómalo,
guárdalo, acábalo.
VIII
No podrás morir.
Debajo de la tierra
no podrás morir.
Sin agua y sin aire
no podrás morir.
Sin azúcar, sin leche,
sin frijoles, sin carne,
sin harina, sin higos,
no podrás morir.
Sin mujer y sin hijos
no podrás morir.
Debajo de la vida
no podrás morir.
En tu tanque de tierra
no podrás morir.
En tu caja de muerto
no podrás morir.
En tus venas sin sangre
no podrás morir.
En tu pecho vacío
no podrás morir.
En tu boca sin fuego
no podrás morir.
En tus ojos sin nadie
no podrás morir.
En tu carne sin llanto
no podrás morir.
No podrás morir.
No podrás morir.
No podrás morir.
Enterramos tu traje,
tus zapatos, el cáncer,
no podrás morir.
Tu silencio enterramos.
Tu cuerpo con candados.
Tus canas finas,
tu dolor clausurado,
no podrás morir.
IX
Te fuiste no sé a dónde.
Te espera tu cuarto.
Mi mamá, Juan y Jorge
te estamos esperando.
Nos han dado abrazos
de condolencia, y recibimos
cartas, telegramas, noticias
de que te enterramos,
pero tu nieta más pequeña
te busca en el cuarto,
y todos, sin decirlo,
te estamos esperando.
X
Es un mal sueño largo,
una tonta película de espanto,
un túnel que no acaba
lleno de piedras y de charcos.
¡Qué tiempo éste, maldito,
que revuelve las horas y los años,
el sueño y la conciencia,
el ojo abierto y el morir despacio!
XI
Recién parido en el lecho de la muerte,
criatura de la paz, inmóvil, tierno,
recién niño del sol de rostro negro,
arrullado en la cuna del silencio,
mamando obscuridad, boca vacía,
ojo apagado, corazón desierto.
Pulmón sin aire, niño mío, viejo,
cielo enterrado y manantial aéreo
voy a volverme un llanto subterráneo
para echarte mis ojos en tu pecho.
XII
Morir es retirarse, hacerse a un lado,
ocultarse un momento, estarse quieto,
pasar el aire de una orilla a nado
y estar en todas partes en secreto.
Morir es olvidar, ser olvidado,
refugiarse desnudo en el discreto
calor de Dios, y en su cerrado
puño, crecer igual que un feto.
Morir es encenderse bocabajo
hacia el humo, y el hueso y la caliza
y hacerse tierra y tierra con trabajo.
Apagarse es morir, lento y aprisa
tomar la eternidad como a destajo
y repartir el alma en la ceniza.
XIII
Padre mío, Señor mío, Hermano mío,
amigo de mi alma, tierno y fuerte,
saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
saca tu cuerpo de la muerte.
Saca tu corazón igual que un río,
tu frente limpia en que aprendí a quererte,
tu brazo como un árbol en el frío
saca todo tu cuerpo de la muerte.
Amo tus canas, tu mentón austero,
tu boca firme y tu mirada abierta,
tu pecho vasto y sólido y certero.
Estoy llamando, tirándote la puerta.
Parece que yo soy el que me muero:
¡padre mío, despierta!
XIV
No se ha roto ese vaso en que bebiste,
ni la taza, ni el tubo, ni tu plato.
Ni se quemó la cama en que moriste,
ni sacrificamos un gato.
Te sobrevive todo. Todo existe
a pesar de tu muerte y de mi flato.
Parece que la vida nos embiste
igual que el cáncer sobre tu omóplato.
Te enterramos, te lloramos, te morimos,
te estás bien muerto y bien jodido y yermo
mientras pensamos en lo que no hicimos.
Y queremos tenerte aunque sea enfermo.
Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos
a no ser habitantes de tu infierno.
XV
Papá por treinta o por cuarenta años,
amigo de mi vida todo el tiempo,
protector de mi miedo, brazo mío,
palabra clara corazón resuelto,
te has muerto cuando menos falta hacías,
cuando más falta me haces, padre, abuelo,
hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,
pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.
Te has muerto y me has matado un poco.
Porque no estás, ya no estaremos nunca
completos, en un sitio, de algún modo.
Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
a empobrecerlo más, y a hacer a solas
tus gentes tristes y tu Dios contento.
XVI
(Noviembre 27)
¿Será posible que abras los ojos y nos veas ahora?
¿Podrás oírnos?
¿Podrás sacar tus manos un momento?
Estamos a tu lado, es nuestra fiesta,
tu cumpleaños, viejo.
Tu mujer y tus hijos, tus nueras y tus nietos
venimos a abrazarte todos, viejo.
¡Tienes que estar oyendo!
No vayas a llorar como nosotros
porque tu muerte es como un pretexto
para llorar por todos,
por los que están viviendo.
Una pared caída nos separa,
sólo el cuerpo de Dios, sólo su cuerpo.
XVII
Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo
que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza.
No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.
Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.
Eras, cuando caía, eras mi abismo,
cuando me levantaba, mi fortaleza.
Eras brisa y sudor y cataclismo,
y eras el pan caliente sobre la mesa.
Amputado de ti, a medias hecho
hombre o sombra de ti, sólo tu hijo,
desmantelada el ala, abierto el pecho.
ofrezco a tu dolor un crucifijo:
te doy un palo, una piedra, un helecho,
mis hijos y mis días, y me aflijo.
SEGUNDA PARTE.
I
Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos,
poco a poco te acabas.
Yo te he ido mirando a través de las noches
por encima del mármol, en tu pequeña casa.
Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas,
otro día sin garganta,
la piel sobre tu frente, agrietándose, hundiéndose,
tronchando obscuramente el trigal de tus canas.
Todo tú sumergido en humedad y gases
haciendo tus desechos, tu desorden, tu alma,
cada vez más igual tu carne que tu traje,
más madera tus huesos y más huesos las tablas.
Tierra mojada donde había tu boca,
aire podrido, luz aniquilada,
el silencio tendido a todo tu tamaño
germinando burbujas bajo las hojas de agua.
(Flores dominicales a dos metros arriba
te quieren pasar besos y no te pasan nada.
II
Mientras los niños crecen y las horas nos hablan
tú, subterráneamente, lentamente te apagas.
Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra,
veta de horror para el que te escarba.
¡Es tan fácil decirte "padre mío"
y es tan difícil encontrarte, larva
de Dios, semilla de esperanza!
Quiero llorar a veces, y no quiero
llorar porque me pasas
como un derrumbe, porque pasas
como un viento tremendo, como un escalofrío
debajo de las sábanas,
como un gusano lento a lo largo del alma.
Si sólo se pudiera decir: "papá, cebolla,
polvo, cansancio, nada, nada, nada."
¡Si con un trago te tragara!
¡Si con este dolor te apuñalara!
¡Si con este desvelo de memorias
-herida abierta, vómito de sangre-
te agarrara la cara!
Yo sé que ni tú ni yo,
ni un par de valvas,
ni un becerro de cobre, ni unas alas
sosteniendo la muerte, ni la espuma
en que naufraga el mar, ni -no- las playas,
la arena, la sumisa piedra con viento y agua,
ni el árbol que es abuelo de su sombra,
ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,
ni la fruta madura, incandescente,
ni la raíz de perlas y de escamas,
ni tío, ni tu chozno, ni tu hipo
ni mi locura, y ni tus espaldas,
sabrán del tiempo obscuro que nos corre
desde las venas tibias a las canas.
(Tiempo vacío, ampolla de vinagre,
caracol recordando la resaca.)
He aquí que todo viene, too pasa,
todo, todo se acaba.
¿Pero tú? ¿Pero yo? ¿Pero nosotros?
¿Para qué levantamos la palabra?
¿de qué sirvió el amor?
¿Cuál era la muralla
que detenía la muerte? ¿Dónde estaba
el niño negro de tu guarda?
Ángeles degollados puse al pie de tu caja,
y te eché encima tierra, piedras, lágrimas,
para que ya no salgas, para que no salgas.
III
Sigue el mundo su paso, rueda el tiempo
y van y vienen máscaras.
Amanece el dolor un día tras otro,
nos rodeamos de amigos y fantasmas,
parece a veces que un alambre estira
la sangre, que una flor estalla,
que el corazón da frutas, y el cansancio
canta.
Embrocados, bebiendo en la mujer y el trago,
apostando a crecer como las plantas,
fijos, inmóviles, girando,
en la invisible llama.
Y mientras tú, el fuerte, el generoso,
el limpio de mentiras y de infamias,
guerrero de la paz, juez de victorias
-cedro del Líbano, robledal de Chiapas-
te ocultas en la tierra, te remontas
a tu raíz obscura y desolada.
IV
Un año o dos o tres,
te da lo mismo.
¿Cuál reloj en la muerte? ¿Qué campana
incesante, silenciosa, llama y llama?
¿Qué subterránea voz no pronunciada?
¿Qué grito hundido, hundiéndose, infinito
de los dientes atrás, en la grganta
aérea, flotante, pare escamas?
¿Para esto vivir? ¿Para sentir prestados
los brazos y las piernas y la cara,
arrendados al hoyo, entretenidos
los jugos en la cáscara?
¿Para exprimir los ojos noche
a noche en el temblor obscuro de la cama,
remolino de quietas transparencias,
descendimiento de la náusea?
¿Para esto morir?
¿Para inventarel alma,
el vestido de Dios, la eternidad, el agua
del aguacero, de la muerte, la esperanza?
¿Morir para pescar?
¿Para atrapar con su red a la araña?
Estás sobre la playa de algodones
y tu marca de sombras sube y baja.
V
Mi madre sola, en su vejez hundida,
sin dolor y sin lástima,
herida de tu muerte y de tu vida.
Esto dejaste. Su pasión enhiesta
su celo firme, su labor sombría.
Árbol frutal a un paso de la leña,
su curvo sueño que te resucita.
Esto dejaste. Esto dejaste y no querías.
Pasó el viento. Quedaron de la casa
el pozo abierto y la raíz en ruinas.
Y es en vano llorar. Y si golpeas
las paredes de Dios, y si te arrancas
el pelo o la camisa,
nadie te oye jamás, nadie te mira.
No vuelve nadie, nada. No retorna
el polvo de oro de la vida.
El hombre que más te amó - Vicente Fernández
miércoles, 18 de julio de 2018
El amante - ?
Tal vez, quizás algún día,
y en forma muy confidente,
a alguna amiga le cuentes
que tuviste un amante.
Paco Stanley en "El amante"
Tengo que decirte adiós,
en silencio y sin nombrarte,
pues yo no puedo arrastrarte
a pagar tan duro precio.
Sabemos que fuimos necios,
que todo fue una locura,
que no pocas amarguras
ya llevamos compartidas.
Que si lo dictó la vida,
que si fue nuestro destino,
solamente es el camino
de aquel que siempre camina.
Sé que tu amor he quitado
a un hombre que es tu marido,
y hasta hoy he compartido
lo que tú me has regalado.
Mas todo cuanto he llorado
en tu ausencia, en muchas noches,
no son causa de reproches,
porque sabes que te quiero.
Que lo abandones no quiero,
porque esto es causa perdida,
no causemos más heridas
que ya bastantes tenemos.
Pues si de hoy en adelante
te llevo a vivir conmigo,
será peor el castigo
que la gente nos depare,
Pues mujer que se separe
del legítimo marido,
por otro que haya elegido
para darle sus amores…
Es causa de mil rumores,
de calumnias humillantes,
aunque siempre por delante
la tratarán de… señora.
Te recibirán sonrientes,
te preguntarán tus cosas,
pero sus lenguas curiosas
no preguntarán por mí.
Pues cuando hablan de mí
aquellos que te conocen,
habrán de bajar las voces
para que tú no te enteres.
Sobre todo las mujeres,
dando a su voz forma obscura,
y envidiando tu locura
lo gritarán en silencio.
Dirán que somos dos necios,
absurdos, crueles, malvados,
que tú este paso que has dado
fue, porque te tengo hechizada.
Y verás que eso no es nada,
porque delante de ti
nunca te hablarán de mí,
porque no podrán nombrarme.
Tan sólo podrán llamarme
por un nombre que te daña,
palabra que lleva saña,
y se dice por lo bajo.
Será como si un tajo
te causaran al oírla,
que de tanto repetirla
lo dirán familiarmente.
Nunca verás que la gente
dirá que yo soy tu esposo,
y eso para mí es hermoso
pero nunca lo dirán.
Es más, no me nombrarán,
mi nombre se habrá perdido,
no dirán: es su marido,
dirán por mí, el amante.
Por eso voy a dejarte,
manchar tu vida no quiero,
sin ti ya sé que me muero
pero eso es cosa mía.
Tal vez, quizás algún día,
y en forma muy confidente,
a alguna amiga le cuentes
que tuviste un amante.
Mas eso aquí finaliza,
la culpa fue sólo nuestra,
un botón basta de muestra,
los demás, los demás a la camisa.
El amante - Paco Stanley
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