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sábado, 28 de julio de 2018

Bohemio

Los amigos se lastiman con la verdad, para no herirse con la mentira. (Refrán popular.)

Bohemia, como nombre o definición de un grupo o movimiento cultural (o subcultural) aparece en el siglo XIX en la obra del romántico Henri Muger "Scénes de la vie de bohéme (1847-1849) una especie de novela-ensayo o ficción biográfica, que sirvió de pauta e inspiración a grandes obras posteriores en diversos campos del arte. Así, por ejemplo, la opera La bohéme de Giacomo Puccini o incluso la Louise de Gustave Charpentier y La Carmen de Georges Biset. Se considera a la ciudad de París como escenario original del fenómeno socio-literario


Bohemio o poeta de 
Montmartre retrato de
Erik Satie junto al parisino
Moulin de la galette en
Montmartre pintado por
Ramón Casas hacia 1891.

El brindis del bohemio.

En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.

Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.

El humo de olorosos cigarrillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al revolverse en nada
la vida de los sueños.

Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y repartidas en la mesa
copas pletóricas de ron, whisky o ajenjo.

Era curioso ver aquel conjunto
de aquel grupo bohemio,
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que melosa y delicada
la música de un verso.

A cada nueva libación las penas
hallábanse más lejos del grupo,
y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.

Olvidaba decir que aquella noche
aquel grupo bohemio celebraba
entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica
del ¡feliz año nuevo!

Una voz varonil dijo de pronto:
¡las doce compañeros!
digamos el requiescat por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
Brindemos por el año que comienza,
porque nos traiga ensueños,
porque no sea su equipaje
un cúmulo de amargos desconsuelos.

Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que a la vida nos lanza
de vencer los rigores del destino;
por la esperanza, nuestra dulce amiga
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.

Brindo porque ya hubiese a mi existencia
puesto fin con violencia,
esgrimiendo en mi frente la venganza;
si en mi cielo de tul, limpio y divino
no existiera mi sino
una pálida estrella: mi esperanza.

--¡Bravo! Dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y sustancioso
El turno es de Raúl, alce su copa
y brinde por... Europa,
ya que su extranjerismo es delicioso.

--Bebo y brindo, clamó el interpelado,
brindo por mi pasado
que fue de lu, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía.

Brindo por el ayer, que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.

--Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina y seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.

Brindo porque mis versos cual saetas
lleguen hasta las grietas
formadas de metal y de granito
del corazón de la mujer ingrata
que a desdenes me mata,
pero que tiene un cuerpo muy bonito.

Porque a su corazón llegue mi canto,
porque enjuguen mi llanto,
sus manos que me causan embelesos,
porque con creces mi pasión me pague,
¡vamos! Porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.

Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente
hubo ovación creciente
y libaciones y reír y todo.

Se brindó por la patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer... la cortesana.

Sólo faltaba un brindis: el de Arturo,
el del bohemio puro
de noble corazón y gran cabeza,
aquel que sin ambages declaraba
que sólo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza.

Por todos estrechado alzó la copa,
frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento,
los inundó en la luz de su mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así con inspirado acento:

--Brindo por la mujer, mas no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer, desventurados...
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.

Yo no brindo por ella, compañeros,
y siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos,
y me envolvió en sus besos,
por la mujer que me arrulló en la cuna.

Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero,
por la mujer que me arrulló en sus brazos,
y me entregó en pedazos,
uo por uno el corazón entero.

¡Por mi madre, bohemios! por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.

Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dio vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía
y lloró de alegría
sintiendo mi cabeza en su corpiño.

Por esa brindo yo, dejad que llore
y en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina,
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.

Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi madre bohemios, que es dulzura
vertida en amargura,
y en esta noche de mi vida: ¡estrella!

El bohemio calló, ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba intensamente
un poema de amor y de amargura.

El Paso, Texas, 1915
Guillermo Aguirre y Fierro.

Bohemio de afición - Vicente Fernández   El brindis del bohemio - Paco Stanley

viernes, 27 de julio de 2018

Mensajes motivacionales.

Los amigos se lastiman con la verdad, para no herirse con la mentira. (Refrán popular.)

Un mensaje a García - Elbert Hubbard

El jarrón azul - Peter B. Kyne

Los consejos del águila

El rinoceronte - Scott Alexander

Poetisas

No te acerques a mí, hombre que haces al mundo
déjame, no es necesario que me mates.
Yo soy de los que mueren solos, de los que mueren
de algo peor que vergüenza.
Yo muero de mirarte y no entender.
Rosario Castellanos en Agonía fuera del muro.

Rosario Castellanos.

Nació en la ciudad de México el 25 de mayo de 1925. Vivió su infancia y adolescencia en Comitán, Chiapas. Falleció en Tel Aviv el 7 de agosto de 1974.

Lo cotidiano.

Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;
este cabello triste que se cae
cuando te estás peinando ante el espejo.
Esos túneles largos
que se atraviesan con jadeo y asfixia;
las paredes sin ojos, el hueco que resuena
de alguna voz oculta y sin sentido.

Para el amor o hay tregua, amor, la noche
se vuelve de pronto respirable.
Y cuando un astro rompe sus cadenas
y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,
no por ello la ley suelta su garfios.
El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla
el sabor de las lágrimas.
Y en el abrazo ciñes
el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.

Sor Juana Inés de la Cruz.

Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, nació el 12 de noviembre de 1651 en San Miguel de Nepantla, Amecameca. Fue hija de padre vasco y madre mexicana.
Atendiendo a sus hermanas enfermas de fiebre, en el claustro, se contagió y murió el 17 de abril de 1695

Redondillas.

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y le tiene luego miedo.

Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida Tháis
y en la posesión Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo
él mismo empaña el espejo
y siente que no está claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos si os tratan mal
burlándoos si os tratan bien.

Opinión ninguna gana
pues la que más se recata,
si no os admite es ingrata
y si os admite es liviana.

Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?
¿Si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cal las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien, con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.


Gabriela Mistral.

Lucía Godoy, mejor conocida como Gabriela Mistral, nació en Vicuña, Chile, en 1889 y muere el 10 de enero de 1957 en Nueva York, siendo Cónsul de su país.
En 1945 recibió el Premio Nobel de Literatura.

Balada.

Él pasó con otr;
yo le vi pasar.

Siempre dulce el viento
y el camino en paz.

¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!

Él va amando a otra
por la tierra en flor.

Ha abierto el espino;
pasa una canción.

¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!

Él besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.

¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!

Él irá con otra
por la eternidad.

Habrá cielos dulces

(Dios quiere callar.)

¡Y él irá con otra
por la eternidad!

Amar sin ser amado - Jose Luis Rodríguez

jueves, 26 de julio de 2018

Poemas del alma - Blog de poetas para poetas

Esta página está pensada para disfrutar un poema de cada uno de mis amigos del portal al que tanto debo, un humilde tributo a cada uno de ellos.
Están ordenados por seudónimo o nombre, alfabéticamente.

Somos 78 almas al jueves 26 de julio de 2018 y entre ellas están mis amores platónicos, mi madrina La negra Rodríguez, mi padrino Caballero Águila, mi gemela Violeta, mi hermana Rocío V-P., mi hermano Jorge Luis Otero Hernández y, lógico, mi mamá Felina. Toda la familia, a Dios gracias.

Abuelo1990 - Versos
Agustinfranco - Versos o besos
Amalia Lateano - Invocación
Amaneceres abruptos - Al final de los días
Amín Nouehied - El hombre muerto que camina
Ana María Delgado - Sensaciones
Aznerol - Tristeza..........
Betty727 - Quiero regalarte
BlackButterfly - Jueves 7 de junio
Blancalina67 - Añoranzas
Caballero Águila - ***** Solo SEXO *****
Carlos Dguez - Rimas
Carlos Palas - Cobarde
Cerridwen - Simplemente..... ¡Te amo!
Chitto_Cat - Latidos
Cienaga - Confusión
Delicada Abril - Entre pétalos
Díaz Valero Alejandro José - Mi viejo libro
Efraindenoriega - Llanto y tristeza
El hombre de la rosa - ¡¡La muerte por amor!!!
Elba Lucia Vizio - Ven a mi casa esta navidad
Elo - Y fuiste mi dueño
Esthelarez - aDiÓs, AmOr QuE nUnCa FuIsTe…
Felina - Lo vi volverse llamarada
Gitana Dulce - San Valentín
Gotitha de miel (Yoki) Bar literario - Por favor, no recuerdes...
Graciela Dantés - Bailan las letras
Guerrero - Lo que tengo te doy   (Leer con la Biblia a la mano)
Hazlo brillar - Volviste
Ingrid zetterberg de Espinoza - Tu sacrificio fue por amor
Isabella Eye Gren - De tus ojos (reeditado)
Ismaelikken - Tarde
J.J. López - Solo
Jennifer Couret (Alma Indomable) - Esencia de amor
Jorge Luis Otero Hernández - Mis letras
Jose Luis Calderón - Olvido de cartón (Soneto Spensoriano)
Kalita_007 - ♣♣En tu ausencia♣♣
Kitty - Velas al viento
La negra Rodríguez - A unos ojos
Leodiego Senella - Última carta a mi verdadero amor
León Kolmnela - En el paso de los años
Libra *M* - Con aroma a café
Ligia Lo. Unicornio - Melancolía
Linda Abdul Baki - Me han atrapado
Lotus Flower - Confidencia
Lucecitta - Cogito ergo sum
Lucero Moscoso - Razones
Luis Cortés 884 - Extrañarte siempre, anhelar tenerte
Luis Eduardo Reyes Púa - Temores
María Isabel Velásquez - ***Sensaciones encadenadas***
Mayra García Silva - Por tu vida
Mortaliss - No conocía el mar
Nathali1234 - Los poemas
Poesía romántica - Presa en mi soledad
Poeta del mar - Mi cielo
Poeta Gris - Qué nos pasó
Radio Piano Bar - Amigos
Rafael Parra Barrios - Todos tenemos derecho a la defensa...
Reghino Piguave - Nada
Robert Goodrich - Ya no somos los mismos
Robi - Tus ojos
Rocío V-P. - Hoy, a ti
Roczi Carrasco - Silencios
Saly Rosa - °°°DESEO INSACIABLE°°°
Sara Tancredi - Por qué?
Sasi12 - Que ganas tengo!!!...
Sayuri - Duele
Silvia Abalo - Amantes
Stella Cristina - Solamente tú
Suroler - Deseo
The artist - Un sueño
Tu poeta romántica - Soñé que te hacía el amor
Valerie Camacho - Ordalía sexual
Verónica1982 - Miedo
Violeta - Si me preguntan... respondería
Wendicita - Te quiero!
Wosbely Cristian Fabián - El amor quiere ser...
Yaxure - Como yo te amé
Zahady - Otra vez... ¡qué vergüenza esta nena!
Zazhbel - Memorias del dolor

viernes, 20 de julio de 2018

15 poemas prohibidos, para amantes - Paco Stanley

Los amigos se lastiman con la verdad, para no herirse con la mentira (Refrán popular)

15 poemas prohibidos, para amantes - Paco Stanley

01.- El amante                         02.- Amigos por tanto tiempo
03.- Poema 20                         04.- Poema de la despedida
05.- La sed insaciable             06.- La despedida
07.- Ni rencores ni perdón      08.- Quiero ser en tu vida
09.- Te pude haber amado      10.- Tiré tu cariño al río
11.- Gracias a ti                      12.- La profecía
13.- Cuando estemos viejos   14.- Y dices que no te quiero
15.- A las mujeres que yo amé

jueves, 19 de julio de 2018

Algo sobre la muerte del Mayor Sabines - Jaime Sabines.

¿Qué putas puedo hacer, Tarumba,
si no soy santo, ni héroe, ni bandido,
ni adorador del arte,
ni boticario, ni rebelde?
     Jaime Sabines en ¡¿Qué putas puedo?

PRIMERA PARTE
          I
Déjame reposar,
aflojar los músculos del corazón
y poner a dormitar el alma
para poder hablar,
para poder recordar estos días,
los más largos del tiempo.

Convalecemos de la angustia apenas
y estamos débiles, asustadizos
despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño,
para verte en la noche y saber que respiras.
Necesitamos despertar para estar más despiertos
en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.

Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,
por eso es que este hachazo nos sacude.
Nunca frente a tu muerte nos paramos
a pensar en la muerte,
ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la alegría.
No lo sabemos bien, pero de pronto llega
un incesante aviso,
una escapada espada de la boca de Dios
que cae y cae lentamente.
Y he aquí que temblamos de miedo,
que nos ahoga el llanto contenido,
que nos aprieta la garganta el miedo.

Nos echamos a andar y no paramos
de andar jamás, después de medianoche,
en ese pasillo del sanatorio, silencioso
donde hay una enfermera despierta de ángel.
Esperar que murieras era despacio,
estar goteando del tubo de la muerte,
morir poco, a pedazos.

No ha habido hora más larga que cuando no dormías,
ni túnel más espeso de horror y de miseria,
que el que llenaban tus lamentos,
tu pobre cuerpo herido.

          II
Del mar, también del mar,
de la tela del mar que nos envuelve,
de los golpes del mar y de su boca,
de su vagina obscura,
de su vómito,
de su pureza tétrica y profunda,
vienen la muerte, Dios, el aguacero
golpeando las persianas,
la noche, el viento.

De la tierra también,
de las raíces agudas de las casas,
del pie desnudo y sangrante de los árboles,
de algunas rocas viejas que no pueden moverse,
de lamentables charcos, ataúdes del agua,
de troncos derribados en que ahora duerme el rayo,
y de la yerba, que es la sombra de las ramas del cielo,
viene Dios, el manco de cien manos,
ciego de tantos ojos,
dulcísimo, impotente.
(Omniausente, lleno de amor,
el viejo sordo, sin hijos,
derrama su corazón en la copa de su vientre.)

De los huesos también,
de la sal más entera de la sangre,
del ácido más fiel,
del alma más profunda y verdadera,
del alimento más entusiasmado,
del hígado y del llanto,
viene el oleaje tenso de la muerte,
el frío sudor de la esperanza,
y viene Dios riendo.

Caminan los libros a la hoguera.
Se levanta el telón: aparece el mar.
(Yo no soy el autor del mar.)

       III
Siete caídas sufrió el elote de mi mano
antes de que mi mano lo encontrara,
siete veces mil veces he muerto
y estoy risueño como en el primer día.
Nadie dirá: no supo de la vida
más que los bueyes, ni menos que las golondrinas.
Yo siempre he sido el hombre, amigo fiel del perro,
hijo de Dios desmemoriado,
hermano del viento.
¡A la chingada las lágrimas!, dije,
y me puse a llorar
como se ponen a parir.
Estoy descalzo, me gusta pisar el agua y las piedras,
las mujeres, el tiempo,
me gusta pisar la yerba que caerá sobre mi tumba
(si es que tengo una tumba algún dia).
Me gusta mi rosal de cera
en el jardín que la noche visita.
Me gustan mis abuelos de Totomoste
y me gustan mis zapatos vacíos
esperándome como el día de mañana.
¡A la chingada la muerte!, dije,
sombra de mi sueño,
perversión de los ángeles,
y me entregué a morir
como una piedra al río,
como un disparo al vuelo de los pájaros.

          IV
Vamos a hablar del Príncipe Cáncer,
señor de los pulmones, varón de la próstata
que se divierte arrojando dardos
a los ovarios tersos, a las vaginas mustias,
a las ingles multitudinarias.

Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer
en la raíz del cuello, sobre la subclavia,
tubérculo del bueno de Dios,
ampolleta de la buena muerte.

Y yo mando a la chingada a todos los soles del mundo.
El señor cáncer, el señor pendejo,
es sólo un instrumento en las manos obscuras
de los dulces personajes que hacen la vida.

En las cuatro gavetas del archivero de madera
guardo los nombres queridos,
la ropa de los fantasmas familiares,
las palabras que rondan y mis pieles sucesivas.

eTambién están los rostros de algunas mujeres
los ojos amados y solos
y el beso casto del coito.
Y de las gavetas salen mis hijos.

¡Bien haya la sombra del árbol
llegando a la tierra,
porque es la luz que llega!

          V
De las nueve de la noche en adelante,
viendo televisión y conversando
estoy esperando la muerte de mi padre.
Desde hace tres meses, esperando.
En el trabajo y en la borrachera,
en la cama sin nadie y en el cuarto de niños,
en su dolor tan lleno y derramado,
su no dormir, su queja y su protesta,
en el tanque de oxígeno y las muelas
del día que amanece, buscando la esperanza.

Mirando su cadáver en los huesos
que es ahora mi padre,
e introduciendo agujas en las escasas venas,
tratando de meterle la vida, de soplarle
en la boca el aire...

(Me avergüenzo de mí hasta los pelos
por tratar de escribir estas cosas.
¡Maldito el que crea que esto es un poema!)


Quiero decir que no soy enfermero,
padrote de la muerte,
orador de panteones, alcahuete,
pinche de Dios, sacerdote de penas.
Quiero decir que a mí me sobra el aire...

          VI
Te enterramos ayer.
Ayer te enterramos.
Te echamos tierra ayer.
Quedaste en la tierra ayer.
Estás rodeado de tierra desde ayer.
Arriba y abajo y a los lados
por tus pies y por tu cabeza
está la tierra desde ayer.
Perteneces a la tierra desde ayer.
Ayer te enterramos
en la tierra, ayer.

          VII
Madre generosa
de todos los muertos,
madre tierra, madre,
vagina del frío,
brazos de intemperie,
regazo del viento,
nido de la noche,
madre de la muerte,
recógelo, abrígalo,
desnúdalo, tómalo,
guárdalo, acábalo.

          VIII
No podrás morir.
Debajo de la tierra
no podrás morir.
Sin agua y sin aire
no podrás morir.
Sin azúcar, sin leche,
sin frijoles, sin carne,
sin harina, sin higos,
no podrás morir.
Sin mujer y sin hijos
no podrás morir.
Debajo de la vida
no podrás morir.
En tu tanque de tierra
no podrás morir.
En tu caja de muerto
no podrás morir.
En tus venas sin sangre
no podrás morir.
En tu pecho vacío
no podrás morir.
En tu boca sin fuego
no podrás morir.
En tus ojos sin nadie
no podrás morir.
En tu carne sin llanto
no podrás morir.
No podrás morir.
No podrás morir.
No podrás morir.
Enterramos tu traje,
tus zapatos, el cáncer,
no podrás morir.
Tu silencio enterramos.
Tu cuerpo con candados.
Tus canas finas,
tu dolor clausurado,
no podrás morir.

         IX
Te fuiste no sé a dónde.
Te espera tu cuarto.
Mi mamá, Juan y Jorge
te estamos esperando.
Nos han dado abrazos
de condolencia, y recibimos
cartas, telegramas, noticias
de que te enterramos,
pero tu nieta más pequeña
te busca en el cuarto,
y todos, sin decirlo,
te estamos esperando.

          X
Es un mal sueño largo,
una tonta película de espanto,
un túnel que no acaba
lleno de piedras y de charcos.
¡Qué tiempo éste, maldito,
que revuelve las horas y los años,
el sueño y la conciencia,
el ojo abierto y el morir despacio!

          XI
Recién parido en el lecho de la muerte,
criatura de la paz, inmóvil, tierno,
recién niño del sol de rostro negro,
arrullado en la cuna del silencio,
mamando obscuridad, boca vacía,
ojo apagado, corazón desierto.

Pulmón sin aire, niño mío, viejo,
cielo enterrado y manantial aéreo
voy a volverme un llanto subterráneo
para echarte mis ojos en tu pecho.

          XII
Morir es retirarse, hacerse a un lado,
ocultarse un momento, estarse quieto,
pasar el aire de una orilla a nado
y estar en todas partes en secreto.
Morir es olvidar, ser olvidado,
refugiarse desnudo en el discreto
calor de Dios, y en su cerrado
puño, crecer igual que un feto.

Morir es encenderse bocabajo
hacia el humo, y el hueso y la caliza
y hacerse tierra y tierra con trabajo.

Apagarse es morir, lento y aprisa
tomar la eternidad como a destajo
y repartir el alma en la ceniza.

          XIII
Padre mío, Señor mío, Hermano mío,
amigo de mi alma, tierno y fuerte,
saca tu cuerpo viejo, viejo mío,
saca tu cuerpo de la muerte.

Saca tu corazón igual que un río,
tu frente limpia en que aprendí a quererte,
tu brazo como un árbol en el frío
saca todo tu cuerpo de la muerte.

Amo tus canas, tu mentón austero,
tu boca firme y tu mirada abierta,
tu pecho vasto y sólido y certero.

Estoy llamando, tirándote la puerta.
Parece que yo soy el que me muero:
¡padre mío, despierta!

          XIV
No se ha roto ese vaso en que bebiste,
ni la taza, ni el tubo, ni tu plato.
Ni se quemó la cama en que moriste,
ni sacrificamos un gato.

Te sobrevive todo. Todo existe
a pesar de tu muerte y de mi flato.
Parece que la vida nos embiste
igual que el cáncer sobre tu omóplato.

Te enterramos, te lloramos, te morimos,
te estás bien muerto y bien jodido y yermo
mientras pensamos en lo que no hicimos.

Y queremos tenerte aunque sea enfermo.
Nada de lo que fuiste, fuiste y fuimos
a no ser habitantes de tu infierno.

          XV
Papá por treinta o por cuarenta años,
amigo de mi vida todo el tiempo,
protector de mi miedo, brazo mío,
palabra clara corazón resuelto,
te has muerto cuando menos falta hacías,
cuando más falta me haces, padre, abuelo,
hijo y hermano mío, esponja de mi sangre,
pañuelo de mis ojos, almohada de mi sueño.

Te has muerto y me has matado un poco.
Porque no estás, ya no estaremos nunca
completos, en un sitio, de algún modo.

Algo le falta al mundo, y tú te has puesto
a empobrecerlo más, y a hacer a solas
tus gentes tristes y tu Dios contento.

          XVI
(Noviembre 27)
¿Será posible que abras los ojos y nos veas ahora?
¿Podrás oírnos?
¿Podrás sacar tus manos un momento?

Estamos a tu lado, es nuestra fiesta,
tu cumpleaños, viejo.
Tu mujer y tus hijos, tus nueras y tus nietos
venimos a abrazarte todos, viejo.
¡Tienes que estar oyendo!
No vayas a llorar como nosotros
porque tu muerte es como un pretexto
para llorar por todos,
por los que están viviendo.
Una pared caída nos separa,
sólo el cuerpo de Dios, sólo su cuerpo.

          XVII
Me acostumbré a guardarte, a llevarte lo mismo
que lleva uno su brazo, su cuerpo, su cabeza.
No eras distinto a mí, ni eras lo mismo.
Eras, cuando estoy triste, mi tristeza.
Eras, cuando caía, eras mi abismo,
cuando me levantaba, mi fortaleza.
Eras brisa y sudor y cataclismo,
y eras el pan caliente sobre la mesa.

Amputado de ti, a medias hecho
hombre o sombra de ti, sólo tu hijo,
desmantelada el ala, abierto el pecho.
ofrezco a tu dolor un crucifijo:
te doy un palo, una piedra, un helecho,
mis hijos y mis días, y me aflijo.

SEGUNDA PARTE.
          I
Mientras los niños crecen, tú, con todos los muertos,
poco a poco te acabas.
Yo te he ido mirando a través de las noches
por encima del mármol, en tu pequeña casa.
Un día ya sin ojos, sin nariz, sin orejas,
otro día sin garganta,
la piel sobre tu frente, agrietándose, hundiéndose,
tronchando obscuramente el trigal de tus canas.
Todo tú sumergido en humedad y gases
haciendo tus desechos, tu desorden, tu alma,
cada vez más igual tu carne que tu traje,
más madera tus huesos y más huesos las tablas.
Tierra mojada donde había tu boca,
aire podrido, luz aniquilada,
el silencio tendido a todo tu tamaño
germinando burbujas bajo las hojas de agua.
(Flores dominicales a dos metros arriba
te quieren pasar besos y no te pasan nada.
          II
Mientras los niños crecen y las horas nos hablan
tú, subterráneamente, lentamente te apagas.
Lumbre enterrada y sola, pabilo de la sombra,
veta de horror para el que te escarba.

¡Es tan fácil decirte "padre mío"
y es tan difícil encontrarte, larva
de Dios, semilla de esperanza!

Quiero llorar a veces, y no quiero
llorar porque me pasas
como un derrumbe, porque pasas
como un viento tremendo, como un escalofrío
debajo de las sábanas,
como un gusano lento a lo largo del alma.

Si sólo se pudiera decir: "papá, cebolla,
polvo, cansancio, nada, nada, nada."
¡Si con un trago te tragara!
¡Si con este dolor te apuñalara!
¡Si con este desvelo de memorias
-herida abierta, vómito de sangre-
te agarrara la cara!

Yo sé que ni tú ni yo,
ni un par de valvas,
ni un becerro de cobre, ni unas alas
sosteniendo la muerte, ni la espuma
en que naufraga el mar, ni -no- las playas,
la arena, la sumisa piedra con viento y agua,
ni el árbol que es abuelo de su sombra,
ni nuestro sol, hijastro de sus ramas,
ni la fruta madura, incandescente,
ni la raíz de perlas y de escamas,
ni tío, ni tu chozno, ni tu hipo
ni mi locura, y ni tus espaldas,
sabrán del tiempo obscuro que nos corre
desde las venas tibias a las canas.

(Tiempo vacío, ampolla de vinagre,
caracol recordando la resaca.)

He aquí que todo viene, too pasa,
todo, todo se acaba.
¿Pero tú? ¿Pero yo? ¿Pero nosotros?
¿Para qué levantamos la palabra?
¿de qué sirvió el amor?

¿Cuál era la muralla
que detenía la muerte? ¿Dónde estaba
el niño negro de tu guarda?

Ángeles degollados puse al pie de tu caja,
y te eché encima tierra, piedras, lágrimas,
para que ya no salgas, para que no salgas.

          III
Sigue el mundo su paso, rueda el tiempo
y van y vienen máscaras.
Amanece el dolor un día tras otro,
nos rodeamos de amigos y fantasmas,
parece a veces que un alambre estira
la sangre, que una flor estalla,
que el corazón da frutas, y el cansancio
canta.

Embrocados, bebiendo en la mujer y el trago,
apostando a crecer como las plantas,
fijos, inmóviles, girando,
en la invisible llama.
Y mientras tú, el fuerte, el generoso,
el limpio de mentiras y de infamias,
guerrero de la paz, juez de victorias
-cedro del Líbano, robledal de Chiapas-
te ocultas en la tierra, te remontas
a tu raíz obscura y desolada.

          IV
Un año o dos o tres,
te da lo mismo.
¿Cuál reloj en la muerte? ¿Qué campana
incesante, silenciosa, llama y llama?
¿Qué subterránea voz no pronunciada?
¿Qué grito hundido, hundiéndose, infinito
de los dientes atrás, en la grganta
aérea, flotante, pare escamas?

¿Para esto vivir? ¿Para sentir prestados
los brazos y las piernas y la cara,
arrendados al hoyo, entretenidos
los jugos en la cáscara?
¿Para exprimir los ojos noche
a noche en el temblor obscuro de la cama,
remolino de quietas transparencias,
descendimiento de la náusea?

¿Para esto morir?
¿Para inventarel alma,
el vestido de Dios, la eternidad, el agua
del aguacero, de la muerte, la esperanza?
¿Morir para pescar?
¿Para atrapar con su red a la araña?

Estás sobre la playa de algodones
y tu marca de sombras sube y baja.

          V
Mi madre sola, en su vejez hundida,
sin dolor y sin lástima,
herida de tu muerte y de tu vida.

Esto dejaste. Su pasión enhiesta
su celo firme, su labor sombría.
Árbol frutal a un paso de la leña,
su curvo sueño que te resucita.
Esto dejaste. Esto dejaste y no querías.

Pasó el viento. Quedaron de la casa
el pozo abierto y la raíz en ruinas.
Y es en vano llorar. Y si golpeas
las paredes de Dios, y si te arrancas
el pelo o la camisa,
nadie te oye jamás, nadie te mira.
No vuelve nadie, nada. No retorna
el polvo de oro de la vida.

El hombre que más te amó - Vicente Fernández

miércoles, 18 de julio de 2018

El amante - ?

Tal vez, quizás algún día,
y en forma muy confidente,
a alguna amiga le cuentes
que tuviste un amante.
     Paco Stanley en "El amante"

Tengo que decirte adiós,
en silencio y sin nombrarte,
pues yo no puedo arrastrarte
a pagar tan duro precio.

Sabemos que fuimos necios,
que todo fue una locura,
que no pocas amarguras
ya llevamos compartidas.

Que si lo dictó la vida,
que si fue nuestro destino,
solamente es el camino
de aquel que siempre camina.

Sé que tu amor he quitado
a un hombre que es tu marido,
y hasta hoy he compartido
lo que tú me has regalado.

Mas todo cuanto he llorado
en tu ausencia, en muchas noches,
no son causa de reproches,
porque sabes que te quiero.

Que lo abandones no quiero,
porque esto es causa perdida,
no causemos más heridas
que ya bastantes tenemos.

Pues si de hoy en adelante
te llevo a vivir conmigo,
será peor el castigo
que la gente nos depare,

Pues mujer que se separe
del legítimo marido,
por otro que haya elegido
para darle sus amores…

Es causa de mil rumores,
de calumnias humillantes,
aunque siempre por delante
la tratarán de… señora.

Te recibirán sonrientes,
te preguntarán tus cosas,
pero sus lenguas curiosas
no preguntarán por mí.

Pues cuando hablan de mí
aquellos que te conocen,
habrán de bajar las voces
para que tú no te enteres.

Sobre todo las mujeres,
dando a su voz forma obscura,
y envidiando tu locura
lo gritarán en silencio.

Dirán que somos dos necios,
absurdos, crueles, malvados,
que tú este paso que has dado
fue, porque te tengo hechizada.

Y verás que eso no es nada,
porque delante de ti
nunca te hablarán de mí,
porque no podrán nombrarme.

Tan sólo podrán llamarme
por un nombre que te daña,
palabra que lleva saña,
y se dice por lo bajo.

Será como si un tajo
te causaran al oírla,
que de tanto repetirla
lo dirán familiarmente.

Nunca verás que la gente
dirá que yo soy tu esposo,
y eso para mí es hermoso
pero nunca lo dirán.

Es más, no me nombrarán,
mi nombre se habrá perdido,
no dirán: es su marido,
dirán por mí, el amante.

Por eso voy a dejarte,
manchar tu vida no quiero,
sin ti ya sé que me muero
pero eso es cosa mía.

Tal vez, quizás algún día,
y en forma muy confidente,
a alguna amiga le cuentes
que tuviste un amante.

Mas eso aquí finaliza,
la culpa fue sólo nuestra,
un botón basta de muestra,
los demás, los demás a la camisa.


El amante - Paco Stanley

miércoles, 11 de julio de 2018

Estancias - Francisco A. de Icaza

Los amigos se lastiman con la verdad, para no herirse con la mentira (Refrán popular)

Este es el muro, y en la ventana
que tiene un marco de enredadera,
dejé mis versos una mañana,
una mañana de primavera.

Dejé mis versos en que decía
con voz ingenua cuitas de amores,
dejé mis versos que al otro día
su blanca mano pagó con flores.

Este es el huerto, y en la arboleda,
en el recodo de aquel sendero
ella me dijo con voz muy queda:
"¡Tú no comprendes lo que te quiero!"

Junto a la tapia de aquel molino,
bajo la sombra de aquellas vides,
cuando el carruaje tomó el camino,
gritó llorando: "¡que no me olvides!"

Todo es lo mismo, ventana y yedra,
sitios umbrosos, fresco emparrado,
gala de un muro de tosca piedra,
y aunque es lo mismo, todo ha cambiado.

No hay en la casa seres queridos;
entre las ramas hay otras flores,
hay nuevas hojas y nuevos nidos,
y en nuestras almas, nuevos amores.

Madrid - Plácido Domingo

sábado, 7 de julio de 2018

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lunes, 2 de julio de 2018

Cantares - Manuel Machado, español

Los amigos se lastiman con la verdad, para no herirse con la mentira (Refrán popular)

Vino, sentimiento, guitarra y poesía,
hacen los cantares de la patria mía,
cantares...
quien dice cantares dice Andalucía.

A la sombra fresca de la vieja parra.
un mozo moreno rasguea la guitarra,
cantares...
algo que acaricia y algo que desgarra.

La prima que canta y el bordón que llora...
y el tiempo callado se va hora tras hora,
cantares...
son dejos fatales de la raza mora.

No importa la vida que ya está perdida,
y después de todo ¿qué es eso, la vida?...
cantares...
cantando la pena, la pena se olvida.

Madre, pena, suerte, pena, madre, muerte,
ojos negros, negros, y negra la suerte...
cantares...
en ellos el alma del alma se vierte.

Cantares, cantares de la patria mía,
cantares, quien dice cantares dice Andalucía,
cantares...
no tiene más notas la guitarra mía.

Manuel Machado, español.

Joan Manuel Serrat

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